Con banderas y vestidos de azul y blanco, los colores de la bandera de Nicaragua, los manifestantes se apostaron en la ruta entre las rotondas capitalinas Rubén Darío y la Jean Paul Genie, distantes entre sí a 3,5 km.
«El pueblo se ha levantado y le decimos al comandante Ortega que se vaya, que renuncie, el pueblo no le tiene miedo», dijo un joven de 27 años, con una bandera en su mano. Muchos de los manifestantes son trabajadores de las empresas situadas a lo largo de la carretera.
Los manifestantes acusan a Ortega y a su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo de desatar una feroz represión contra las protestas y de instaurar el nepotismo y una dictadura en Nicaragua.
El hermano del presidente y exjefe del ejército de Nicaragua, general retirado Humberto Ortega, le pidió aceptar un adelanto de las elecciones de 2021 a 2019, y desactivar a los grupos armados ilegales, en una carta divulgada este miércoles. El diálogo está estancado porque Ortega, cuyo tercer periodo consecutivo concluye en enero de 2022, aún no responde a la petición desde hace casi un mes.
Mientras, la violencia no cesa en Nicaragua. Las fuerzas policiales y grupos armados ilegales continúan desmontando barricadas de adoquines levantadas por los manifestantes.
La Asociación Nicaragüense Pro Derechos Humanos (ANPDH) registra 309 muertos -288 identificados-, mientras que el Cenidh y la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) reportan unos 220 fallecidos y una docena más en verificación. Además, más de 1.500 personas han resultado heridas y unos 500 fueron detenidos -muchos ya liberados-, según los grupos de derechos humanos. (I)
Fuente: El Telégrafo