El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha dicho en múltiples ocasiones que será imposible hablar de una paz completa si no se logra un acuerdo con la segunda guerrilla más grande en la historia del país y, si todo sale como está previsto en el proceso con las FARC, la única que quede activa dentro de unos meses.
Ambas negociaciones comenzaron sin que cesaran los combates y meses antes de sentarse en la mesa las dos guerrillas trataron de demostrar que todavía tenían poder militar con una serie de ataques en distintos puntos de Colombia. Los del ELN, concentrados en la infraestructura energética y en secuestros extorsivos.
Los diálogos con las FARC —que tomaron más de cuatro años en su fase pública— han servido de modelo para no repetir errores en los diálogos con el ELN y han inspirado algunos de los puntos a negociar con esa guerrilla (en lo que tiene que ver con el fin del conflicto, las víctimas y la implementación de los acuerdos, por ejemplo).
Sin embargo, se trata de dos procesos distintos que pueden tener resultados distintos por el momento específico en el que se emprenden.
La guerrilla del ELN tiene hoy, según información del Ejército entregada a CNN en Español, cerca de 1.550 miembros armados. Cuando las FARC se sentaron en la mesa de conversaciones de La Habana, en el 2012, se calculaba que tenían casi 8.000 miembros. Hoy, según el Alto Comisionado para la Paz, unos 6.300 hombres de las FARC están comenzando su proceso de desarme en las distintas zonas de concentración previstas para tal fin en el acuerdo firmado en noviembre pasado.
Las hojas de ruta de ambos procesos también son diferentes. Aunque después de octubre del 2016, cuando se supone que debían haber comenzado los diálogos, ni el ELN ni el gobierno han vuelto a hacer públicos los seis puntos acordados para negociar, en el proceso con esta guerrilla la prioridad será la participación de la sociedad civil, algo que no sucedió en la negociación con las FARC.
Los seis puntos de la agenda de diálogos con el ELN conocida el año pasado son: Participación de la sociedad en la construcción de la paz, Democracia para la paz, Transformaciones para la paz, Víctimas, Fin del conflicto armado e Implementación.
La agenda de paz con las FARC era mucho más concreta (Política de desarrollo agrario integral, Participación política, Fin del conflicto, Solución al problema de las drogas ilícitas, Víctimas e Implementación, verificación y refrendación) y hablaba de entrada de la dejación de armas, algo que no ha quedado claro aún con el ELN.
«(Los miembros del ELN) le hacen un culto y una veneración excesiva a la lucha armada como si las armas no fueran un instrumento sino un imposible”, le dijo hace unos días a la Revista Semana el concejal de Bogotá Antonio Sanguino, desmovilizado de una disidencia de esa guerrilla.
De hecho, solo dos semanas antes del inicio formal de las conversaciones de paz, el ELN secuestró al soldado Fredy Moreno Mahecha en el departamento de Arauca (fue liberado este lunes 6 de febrero), lo que para algunos muestra que la voluntad de paz de esta guerrilla no es tan fuerte como la que tenían las FARC cuando se sentaron en La Habana. Seis meses antes de encontrarse en Cuba, las FARC anunciaron que abandonaban la práctica del secuestro extorsivo.