La televisión norcoreana, KCTV, dijo que la prueba mostró que las ojivas nucleares «fueron estandarizadas para poder ser cargadas en cohetes balísticos». Eso permitiría a Corea del Norte producir «tanto como quiera de una variedad más pequeña, ligera y diversificada de ojivas de mayor potencia».
Corea del Sur, China y Japón condenaron la prueba. La presidenta surcoreana, Park Geun-hye dijo que se trata de una clara violación de la resolución del Consejo de Seguridad de la ONU y calificó al régimen de Kim Jong Un de «fanáticamente imprudente».
El primer ministro japonés, Shinzo Abe, dijo que si Corea del Norte llevó a cabo otra prueba nuclear es «absolutamente inaceptable».
«Debemos presentar una fuerte protesta», dijo.
La alerta se dio tras el registro de un sismo artificial de magnitud 5,3, según reportes del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés), que lo describió como una «explosión».
El foco sísmico estuvo localizado a 0 km de profundidad y el epicentro estuvo ubicado cerca de Punggye-ri, en Kilju, el mismo lugar de las otras cuatro pruebas, la más reciente en enero.
La Administración Meteorológica de Corea del Sur cree que se habrían liberado 10 kilotones de energía, el doble de poder a la pasada prueba nuclear, en enero de 2016. Esa entidad confirmó que el sismo fue artificial.
Para comparar, la bomba nuclear lanzada sobre Hiroshima fue de 15 kilotones.
«Actualmente estamos analizando si se trata de una prueba exitosa», dijo un funcionario del Ministerio de Defensa de Corea del Sur a CNN.
Un funcionario estadounidense dijo a CNN que parecía una prueba nuclear, pero la confirmación dependía de las lecturas sísmicas, de la ubicación del evento sísmico y si esta coincidir con un sitio de pruebas subterráneo.
En enero, Corea del Norte afirmó que había probado con éxito una bomba de hidrógeno, un movimiento que fue condenado por el Consejo de Seguridad de la ONU y dio lugar a sanciones al régimen de Pyongyang.
