El viernes 25 de noviembre, en horas de la noche, falleció uno de los personajes más importantes en la historia contemporánea de América Latina. A los 90 años de edad, en La Habana, Cuba y aquejado por varios problemas de salud, dejó de existir el líder máximo de la revolución socialista, que 57 años atrás derrocó al dictador Fulgencio Batista en 1959. El anuncio lo hizo su hermano Raúl Castro, a quién le heredó el poder en 2008, tras 49 años en dictadura.

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La reacción internacional fue inmediata. Líderes de varios países alrededor del mundo manifestaron sus condolencias e impresiones sobre este acontecimiento. Uno de ellos fue el presidente Rafael Correa, quien además viajó con una comitiva para asistir al funeral de Castro.

Pero lo que más llamó la atención internacional fueron las diferentes reacciones del pueblo cubano.

Algunos residentes de la isla se mostraron profundamente consternados por la partida de su líder.

Mientras que en Miami, quienes huyeron del régimen castrense, celebraban por todo lo alto la partida de quien consideraban un opresor del pueblo cubano.

La prensa por su parte denunció que el Gobierno obligaba a los cubanos a mostrar un dolor que no sentían, a guardar un luto de 9 días que no profesaban y a callar información de lo que realmente ocurría en ese país ante la partida de Fidel Castro.