El martes, el gobierno estadounidense ordenó la salida de su territorio de 15 diplomáticos cubanos en un plazo de una semana, pocos días después de reducir unilateralmente a la mitad su propio personal en La Habana.
Aunque la embajada de Estados Unidos en Cuba suspendió por tiempo indeterminado la emisión de visados y canceló todas las entrevistas ya agendadas, la representación de Cuba en Washington «continuará brindando todos los servicios, sin interrupción».
En una nota oficial, la embajada clasificó como «arbitraria e injustificada» la decisión del Departamento de Estado de expulsar a parte de su equipo de diplomáticos.
Se trata de la más seria crisis en las relaciones bilaterales desde que los dos países restablecieron lazos diplomáticos en 2015, después de medio siglo de ruptura y desconfianza.
Estados Unidos justificó la reducción de su personal en La Habana y la expulsión del personal cubano por extraños «ataques específicos» que supuestamente sufrieron diplomáticos estadounidenses en la capital cubana.
Washington no acusa formalmente a Cuba por los «ataques» pero sí por considerar que no logra cumplir con su obligación de garantizar la seguridad del personal diplomático extranjero en su territorio.
Cuba descarta cualquier responsabilidad en los episodios y afirma que investigaciones en marcha no han arrojado evidencia de que esos «ataques» hayan realmente ocurrido.
Fuente: El Telégrafo