Gorros, sombreros, camisas, buzos de mangas largas y protector solar usan los participantes para realizar las labores agrícolas en el huerto, con palas, picos, asadores y rastrillos acudieron a realizar los trabajos de limpieza de tierra y para deshierbar el terreno.
Jenny Parra, Técnico del proyecto de Agricultura Urbana Participativa (AGRUPAR), indicaba la manera de realizar los trabajos, cavar la tierra 30 centímetros y retirarla a los lados de las ‘camas’ que estaban divididas por estacas y piolas, los participantes realizan las labores por turnos, otros se dedicaban a sacar las hierbas en costales y los ubicaban en la parte superior del huerto, para con estos residuos esperar a que se sequen para emplearlos como fertilizantes orgánicos.
Mientras los trabajos se realizaban otras personas atendían a las indicaciones de Jenny Parra, anotaban en sus cuadernos y otros grababan con sus teléfonos celulares la manera de trabajar.
Jeanina Zamora, es una de las personas que forma parte del curso, “una amiga siguió antes la capacitación; nuestra intención es formar una red con otras vecinas para hacer trueque, por ejemplo yo tengo un balcón allí sembraré cilantro, zanahorias y ella sembrará col, entonces intercambiaremos los productos. La agricultura urbana nos ayudará a generar un cambio de paisaje y de los espacios en Quito, dándoles un toque más humano y más verde”.
A esta participante la práctica y la teoría van de la mano “una cosa es el curso en el aula y otra es tomar el azadón, es duro, esto nos permite apreciar todo lo que genera vida y como lo aprovechamos y cuidamos también”.
Digna es otra de las participantes para ella el curso es muy bueno “yo tengo un terrenito y a mí me interesa aprender algo más, de lo que ya sé, para sembrar hortalizas, verduras; la práctica es lo mejor, yo siembro pero sin técnica, y esto me ayudará mucho en mi casa.”
El sol inclemente obligaba a los cursantes a detener el trabajo y a realizarlo por grupos, de esta manera unos se refrescaban y los demás continuaban con las labores.
Para Susana Rodríguez “en este curso nos enseñan a cómo cultivar sano, a comer de forma saludable; lo más hermoso será ver cuando ya tengamos frutos y la cosecha será maravillosa. Lo más difícil hasta el momento ha sido trabajar con las palas para hacer las camas, la tierra en algunos sectores está muy dura y nos toca hacer más esfuerzo, pero así se aprende y es lo importante”.
Esta participante recomienda a otras personas seguir el curso “esto nos enseña a comer mejor, a tener nuestros propios huertos y si tengo productos que ya no nos vamos a servir poder venderlos y tener ganancias que van a ayudar a la familia, esto otorga salud ya que no se usan químicos, pensando en el bienestar de los demás, es necesario tomar conciencia de esto”.
Mientras realizaban los trabajos algunas personas encontraron en la tierra insectos conocidos como ‘cuzos’, estos según explicó Parra, son una fuente de proteínas y se los puede utilizar para alimentar a las gallinas ‘ponedoras’ ya que les otorga una buena alimentación que se traduce en una producción más grande de huevos.
Es así que el huerto demostrativo se convierte en un laboratorio y en el espacio ideal para que quienes se capacitan en agricultura urbana puedan realizar sus prácticas y a la vez compartir conocimientos con otras personas.
El curso se desarrollará durante 5 viernes seguidos, desde las 08:30 hasta las 13:30, la capacitación permite a los participantes adquirir técnicas básicas y conocimientos necesarios para la implementación de un huerto orgánico con fines de autoproducción de alimentos. Una vez finalizado el curso el participante recibirá un certificado de capacitación en agricultura orgánica con enfoque urbano y podrá solicitar asistencia técnica del proyecto para la implementación de su huerto.
La inversión es de 20 dólares por persona, este valor se debe cancelar antes de iniciar el curso. El próximo curso se realizará el viernes 08 de julio al 5 de agosto, los cupos son limitados.