A pocos días del sismo, los fotógrafos Misha Vallejo e Isadora Romero partieron para la zona del desastre. En imágenes efímeras, fotos en blanco y negro tomadas con una cámara de impresión instantánea, retrataron una sociedad asustada y como nunca necesitada de ayuda y comprensión.
El alcalde de Quito, Mauricio Rodas ha señalado que estas “imágenes borrosas y sobreexpuestas deben quedar para siempre en nuestra memoria como símbolo de fragilidad”. Subraya que estas fotos “a dos meses de la tragedia, nos recuerdan que la situación en la costa es aún muy difícil y sigue necesitando ayuda para su reconstrucción”.
Las autoras llegaron a pueblos de Manabí y Esmeraldas con preguntas para resolver. “¿Qué decir cuando se ha perdido todo? ¿Cuándo no se encontró al familiar, al vecino, al amigo? Cuando el futuro es incierto y el presente precario”.
“La necesidad de hablar, sin embargo, es imperante”, aseguraban con razón Romero y Vallejo, y en busca de esas palabras viajaron. Fueron para “contar cómo se vivió y se vive, qué se sintió y se siente, qué se perdió y qué duele”. Niños y niñas, hombres y mujeres, escribieron sus testimonios inmediatos. Incluso quienes no sabían escribir dejaron su huella digital, como testimonio de esa noche que cambió sus vidas.
“Al ver las imágenes por primera vez –recuerda María Fernanda Pacheco, presidenta del Patronato San José–, una sensación de respeto invadió mi mente”. Un respeto para “seres humanos que han perdido desde la familia hasta lo material pero aun así reflejan que saldrán adelante frente a estas adversidades”.
Organizada por la Secretaría de Cultura del Municipio de Quito, esta muestra pública es un homenaje a los compatriotas afectados por la catástrofe. Se ofrece, también, como un espacio para la reflexión y la esperanza; la exposición busca motivar a quiteños y quiteñas a no cejar en el esfuerzo solidario ejemplar que ha dado la capital de los ecuatorianos ante este difícil momento.