“Las enfermedades crónicas son responsables del 87 % de las muertes que se producen en la Unión Europea. Muchas de ellas son prevenibles y están vinculadas a cuatro factores de riesgo comunes: tabaco, abuso del alcohol, alimentación y falta de actividad física”, alerta la Comisión Europea. En África, la mayoría de las enfermedades mortales son transmisibles, provocadas por virus, bacterias y parásitos, como el sida y la malaria. En Europa, es fumar, beber demasiado, ingerir comida basura y no hacer ejercicio lo que está matando a los ciudadanos. Son enfermedades crónicas no transmisibles, como el cáncer, la diabetes y las enfermedades cardiovasculares y de las vías respiratorias. ¿Es un suicidio?
Las autoridades europeas están desbordadas por el desafío. Por un lado, los ciudadanos tienen derecho a recibir servicios públicos de calidad, como la asistencia sanitaria. Por otro, existe la responsabilidad individual de matarse a uno mismo, muchas veces a sabiendas. No fumar, evitar el abuso del alcohol, desdeñar la comida basura y realizar media hora de ejercicio al día podría prevenir el 80 % de los nuevos casos de enfermedades cardiovasculares, infartos cerebrales y diabetes tipo 2, según la Organización Mundial de la Salud.
“¿Deben ser los ciudadanos empujados o forzados hacia ciertos cambios en estilos de vida para reducir las enfermedades crónicas?”, se pregunta el Atomium – Instituto Europeo para la Ciencia, los Medios de Comunicación y la Democracia (EISMD), una red de organizaciones que incluye a 25 prestigiosas universidades europeas, grandes empresas como Google y Bayer y 16 medios de comunicación.
El EISMD ha lanzado una iniciativa, con apoyo de la UE, para consultar a los ciudadanos europeos su postura ante el reto de las enfermedades crónicas. “¿El acceso al cuidado de la salud gratuito debe dársele a todos, independientemente de sus elecciones en estilos de vida?” es una de las preguntas de la macroencuesta. En otras palabras: ¿Deben tener acceso a la sanidad gratuita los fumadores, los obesos y los bebedores?
El propio EISMD sabe que la simple idea es polémica. “¿Es autoritario promover estilos de vida saludables? ¿O un gobierno que no lo haga es culpable por negligencia?”, se pregunta. Los expertos y pacientes señalan el camino: penalizar los productos nocivos como ya se hace con el tabaco, garantizar el acceso a los alimentos sanos e involucrar a los ciudadanos en los hábitos saludables con mucha más y mejor información.
“Desde la salud pública intentamos no culpabilizar a las personas, porque apelar a que tienen libertad de elección es falso. Hay un vector muy importante, que es la industria: la presión que hacen mediante la publicidad”, expone Esteve Fernández, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología.
Otro ejemplo del papel cada vez más activo de los ciudadanos es la Academia Europea de Pacientes (EUPATI), una iniciativa continental que intenta formar a los pacientes para que contribuyan a la investigación y el desarrollo de fármacos. “No me parece mal que cada vez que vas al hospital te den una factura simbólica para concienciar de cuánto cuesta la atención sanitaria”, sostiene la economista Nuria Zúñiga, vicepresidenta de la Asociación Madrileña de Lupus e integrante de EUPATI. “No se puede juzgar a todas las personas con un mismo rasero. Hay pacientes de lupus [un trastorno en el que las defensas del organismo atacan los tejidos sanos] que no pueden hacer ejercicio. No tiene sentido que encima paguen más por no llevar un estilo de vida saludable”, zanja Zúñiga.