Sevilla afirmó que el objetivo de las reformas debe ser modernizar y democratizar la Organización Mundial, para que represente la nueva realidad geopolítica mundial, muy distinta de la de 1945 cuando se suscribió la Carta de San Francisco después de la Segunda Guerra Mundial.
Asimismo, arremetió contra la vigencia del derecho de veto, posiblemente justificado en la época en que se fundó la ONU y “durante los tormentosos tiempos de la confrontación Este-Oeste”.
Finalmente, el diplomático ecuatoriano afirmó que, finalizada la Guerra Fría, se ha abierto una nueva era en el funcionamiento real de la comunidad internacional, basada en la búsqueda de consensos y en negociaciones pacientes en procura de posiciones comunes compartidas, por lo cual hay que “procurar alternativas creativas e imaginativas a la antidemocrática institución del veto”. No puede perpetuarse la existencia de Estados de primera y segunda categoría, concluyó.