La reactivación de los cajeros, avisada por la prensa, ha supuesto hoy un inmenso alivio para centenares de mantenses, que desde primera hora hacen fila ante los bancos situados frente a la playa.
Son en su mayoría mujeres que ven ahora la oportunidad de contar con efectivo para comprar comida y agua, encarecidas hasta en cinco veces su valor tras la tragedia y escasas ante el cierre de los pequeños comercios.
Para Aura Quiroz, que espera en la fila en compañía de su vecina Caterina Macías, el objetivo es sacar una fuerte suma que garantice la superviviencia de su familia, compuesta por cinco miembros, en caso de que los cajeros vuelvan a queda inoperantes.
«He venido a sacar los 150 dólares que mi esposo tiene de su sueldo», explica a Efe mientras la fila avanza.
Cuando sobrevino el terremoto de magnitud 7,8, Quiroz tenía veinte dólares, una cantidad que se agotó en las primeras horas, tras las cuales se han alimentado de latas que quedaban en la despensa y de alguna ayuda que les han prestado sus vecinos.
Su plan es que el dinero que obtenga del cajero se convierta «en un guardadito» para aguantar el mayor tiempo posible hasta que regrese la normalidad.
Macías, por su parte, viene a recoger una donación de 100 dólares que le ha girado al banco una iglesia evangélica de Costa Rica, con la que espera conseguir alimentos.
Ambas aseguran que los paquetes de ayuda alimentaria que reparten cada día las autoridades no llegan hasta su barrio, algo alejado de la zona hotelera de Tarqui, el sector más golpeado por el terremoto.