Mendoza (Barcelona, 1943), que a su llegada, acompañado por sus hijos y su primera mujer, se declaró muy contento y honrado por el galardón, dotado con 125.000 euros (134.000 dólares), recogió el premio y se declaró un fiel lector de Cervantes, «asiduo» de «El Quijote» y «de profesión, sus labores».
En su intervención reivindicó la excelencia del humor en la literatura, que practica en sus escritos «con reincidencia», y negó que se trate de un género menor, como a menudo se considera.
También destacó que «vivimos tiempos confusos e inciertos». Y no en lo que se refiere a la política y a la economía, donde siempre son así «porque somos una especia atolondrada y agresiva y quizá mala», sino en lo que atañe al cambio radical del conocimiento de la cultura y las relaciones humanas, un cambio que «no tiene por qué ser nocivo, ni brusco ni traumático».
El rey elogió a Mendoza como «maestro en el manejo del idioma» y «verdadero biógrafo» de Barcelona, una ciudad que ha propiciado «un extraordinario ecosistema cultural» y donde, como en su obra, la convivencia entre castellano y catalán «es algo natural».
En su discurso, el monarca ensalzó a Mendoza como un «verdadero artesano del lenguaje», que usa «como una herramienta de precisión» ajustada a los diferentes registros idiomáticos de sus personajes para acercar al lector a diversas realidades, «desde la de los diferentes grupos marginales a la de las clases altas, en diferentes épocas y en diferentes lugares».
Mientras que el ministro de Educación, Cultura y Deporte, Íñigo Méndez de Vigo, defendió que parte de la grandeza de su prosa está en «ese limbo» que hace imposible tomarse «totalmente en serio» sus novelas, pero todavía «más imprudente» tomárselas «totalmente a broma».
Con este premio, añadió, se realiza un «justo reconocimiento» a un género que «algunos erróneamente» han considerado «menor», y que emplea el «vehículo del humor» para recorrer la vida que ha narrado Mendoza, un narrador con una mirada «irónica, paródica, y eminentemente cómica».
Al acto asistieron, entre otros, el director de la Real Academia Española, Darío Villanueva; el director del Museo del Prado, Miguel Falomir, o la vicepresidenta del Gobierno español, Soraya Sáenz de Santamaría.
El Cervantes se otorgó por primera vez en 1976, y desde entonces han sido 42 los premiados, porque en 1979 se entregó exaequo a Jorge Luis Borges y Gerardo Diego. Desde entonces, la orden de convocatoria contempla que el premio no puede ser dividido, declarado desierto o concedido a título póstumo.
El premio suele respetar la tradición no escrita que reparte alternativamente el galardón entre Latinoamérica y España, ya que el de 2015 lo recibió el escritor mexicano Fernando del Paso y el anterior el español Juan Goytisolo.
Nicanor Parra, Octavio Paz, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, Guillermo Cabrera Infante, Miguel Delibes, Camilo José Cela, María Zambrano, Juan Marsé o Ana María Matute son algunos de los autores que han obtenido este reconocimiento.