“Todo va por buen camino, por lo que podríamos concluir el proceso en el primer trimestre de 2019, pero con más seguridad hasta finales del primer semestre de este año. Un acuerdo que no sea sostenible no es responsable. No se trata de firmar y salir corriendo, por ende todo acuerdo para ser ejecutado necesita de tiempo”, enfatizó.
En este sentido, recalcó que durante esta semana continuarán, en Quito, los encuentros entre representantes del FMI, el Gobierno y los sectores productivos. Pero además, lo más relevante es que también habrá conversaciones entre altos dignatarios de las dos partes. La meta sería ya ir concretando medidas específicas en áreas como la reactivación productiva, protección de la población más pobre y el déficit fiscal. A mitad de semana se anunciaría un reporte parcial de los diálogos.
“Si no hacemos esfuerzos y sacrificios, nuestros hijos van a tener que afrontar una crisis económica más fuerte, es por eso que estamos tomando medidas para estabilizar la economía”, acotó el Ministro.
Siguen los subsidios
Sin embargo, descartó de plano la eliminación de bonos, subsidios como el del gas de consumo doméstico, o un aumento en el impuesto al Valor Agregado (IVA). “En esto de las medidas hay que ser muy cauto. Un ajuste fuerte puede provocar un efecto recesivo más grande”, añadió. Finalmente, el funcionario recordó que la negociación que se está llevando a cabo es inédita, porque también participan varias multilaterales para apoyar el llamado Plan Prosperidad del Gobierno Nacional.
Cumplir con lo firmado
En los últimos 26 años, desde 1983, el país ha firmado 13 cartas de intención con el FMI. Solo en cuatro ocasiones (1983, 1984, 1985 y 2001), durante los gobiernos de Osvaldo Hurtado, León Febres Cordero y Gustavo Noboa, cumplimos con todos los acuerdos y recibimos los desembolsos completos. En dos ocasiones más (2001 y 2003) logramos un cumplimiento parcial.
EL DATO
Las necesidades de financiamiento para este año están entre los 9.100 millones y los 10.300 millones de dólares. Jaime Carrera, miembro del Observatorio de la Política Fiscal, comentó que si en los años 80’ y 90’ se hubiesen cumplido los compromisos de las Cartas de Intención, la crisis de 1999 no habría existido, así como el alto costo que vino después.
“La satanización del FMI solo traduce la incompetencia del país para implementar políticas económicas y fiscales sanas, y la ciega recurrencia de culpar a otros como causantes de los males nacionales”, remarcó.
Con esto concordó Richard Francis, miembro del equipo de deuda soberana para América Latina de la calificadora Fitch Ratings. “Argentina entró el año pasado en un programa con el FMI y los mercados siguen cerrados; es decir, un programa no es suficiente. El cumplimiento del plan es más importante”, concluyó.
Fuente: La Hora – Nota original: LINK