Más de la mitad de las enfermedades infecciosas se han visto agravadas en los últimos años por el cambio climático, que ha intensificado la interacción entre los seres humanos y los microorganismos.
La emisión de gases de efecto invernadero y sus consecuencias, entre ellas el calentamiento del planeta, la deforestación, las inundaciones o las sequías, pueden ser la causa de nuevas amenazas de salud pública: fuerzan la migración de animales y comunidades enteras, y provocan, una reordenación geográfica.
Cada vez es más evidente que la crisis climática favorece a la aparición nuevos brotes. Según un estudio publicado en la revista Nature, el 58% de las enfermedades infecciosas más frecuentes a las que nos enfrentamos son sensibles al menos a un fenómeno climático.
La investigación también muestra la gran diversidad de propagación que tienen estos microorganismos, siendo los mosquitos, garrapatas o aves la vía más frecuente de contagio. Cuatro de cada cinco alertas de emergencia sanitaria se deben a brotes y epidemias zoonóticas (transmisión de un animal a una persona).
El calentamiento global se relaciona con 160 enfermedades; las precipitaciones e inundaciones, con 122 patologías; y la sequía, con 81. También fenómenos como los incendios y las oleadas de calor agravan una veintena de enfermedades, y el aumento del nivel del mar afecta a una decena.
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