Ya en medio de una crisis económica y humanitaria, la producción petrolera de Venezuela —la única línea de ingresos del país— ha llegado a un mínimo de 13 años.
A medida que la situación empeora, la producción podría hundirse aún más. Un nuevo informe del Center on Global Energy Policy de la Universidad de Columbia llama a Venezuela un “creciente riesgo de suministro para los mercados petroleros en 2017”.
Los precios del petróleo actualmente rondan los 45 dólares por barril, una caída espectacular desde los 110 dólares hace dos años. La principal razón de los bajos precios es que hay demasiada oferta a nivel mundial. Sin embargo, la línea entre el exceso de oferta y una escasez en el mercado del petróleo es delgada, y Venezuela podría inclinar la balanza en la dirección opuesta.
Venezuela es el mayor “comodín allá afuera”, dijo Matt Smith, director de investigación de materias primas de ClipperData. “La economía allí está cayendo en una espiral fuera de control. El temor es que la producción de petróleo pueda ser el próximo hecho inevitable”.
Mientras que el resto de la OPEP está aumentando la producción, Venezuela la está recortando, a pesar de que tiene las mayores reservas probadas de petróleo en el planeta.
Venezuela bombeó 2.1 millones de barriles por día en junio, una baja de alrededor del 30% respecto a los 3 millones de barriles por día que bombeaba en 2008. La producción de petróleo en junio también se redujo 12% respecto del año anterior.
Sin embargo, las exportaciones de petróleo de Venezuela durante la primera mitad de este año fueron planas respecto al año anterior, según el informe de Columbia.
Eso significa que el impacto de los problemas en Venezuela realmente no se ha resentido, todavía.
Venezuela enfrenta grandes desafíos si quiere seguir exportando petróleo. Su compañía petrolera estatal, PDVSA, debe pagar unos cuantos millones de dólares en deuda este otoño y muchos creen que no podrá cumplir.
PDVSA ha pedido a sus tenedores de bonos que intercambien su deuda a corto plazo, que tendría que pagar pronto, por deuda a largo plazo, que podría pagar más tarde. Pero es una propuesta difícil de vender a los tenedores de bonos y sería un acuerdo costoso para PDVSA.
Dos empresas líderes estadounidenses, Halliburton y Schlumberger, que proporcionan servicios petroleros, anunciaron a principios de este año que recortarían sus operaciones en Venezuela debido a facturas no pagadas.
Según Baker Hughes, el número de plataformas de Venezuela ha disminuido en casi un tercio en el último año.
Incluso sin la reciente disminución, la producción de Venezuela se ha reducido en el largo plazo. Esto se debe a que el país ha fracasado en hacer inversiones costosas pero cruciales en su infraestructura energética decadente. Sin eso, los campos petroleros decrecen de forma natural. Columbia calcula la tasa de declive natural de Venezuela en un doloroso porcentaje de entre 15% al 25%.
Los altos precios del petróleo ya no están enmascarando este problema de falta de inversión.
“Ha sido una actitud cortoplacista la que han tomado; y ahora se está volviendo en su contra”, dijo Smith.
Otros creen que las nuevas interrupciones de producción en Venezuela serán rápidamente compensadas por la nueva oferta de Estados Unidos y otros productores a nivel mundial. Después de todo, la producción de Estados Unidos se ha reducido en cerca de 800,000 barriles por día respecto a su pico reciente, y los productores estadounidenses parecen tener suficiente flexibilidad como para responder a la escasez de suministros.
Sin embargo, incluso aquellos agotados del impacto global de Venezuela concuerdan en que su producción seguirá cayendo y la ruta actual del país es insostenible.
“No nos estamos quedando sin petróleo, nos estamos quedando sin petróleo barato; ahí es donde Venezuela es un riesgo”, dice Russ Dallen, un experto en deuda de Venezuela y socio gerente de Caracas Capital Markets en Miami. “El caos actual en el que está Venezuela no puede durar”.