En años de mayores ingresos estatales, gracias al incremento del precio del crudo, como el 2008 o el 2010, se entregaron 21 y 33 subsidios, respectivamente. Pero desde el 2010, con la caída de ingresos petroleros por una baja en la cotización del crudo, se fueron eliminado algunas ayudas, como a la harina o a la compra de equipo caminero. Otras, como el que se destinaba al transporte urbano, pasaron a ser competencia de los municipios.
El bono de vivienda se limitó de acuerdo con el costo del inmueble. Pero los ajustes más importantes se hicieron en el 2012 y en el 2015, y se centraron en tres sectores: aerolíneas, industrias e Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS).
La eliminación parcial del subsidio al combustible aéreo (jet fuel) se inició en enero del 2012, con la entrada en vigencia del Decreto 968, que eliminó el incentivo para las rutas de los aeropuertos concesionados, como Quito y Guayaquil. Este subsidio era aprovechado por las aerolíneas nacionales, para sus vuelos locales e internacionales.
De manera global, el combustible representa entre el 30% y 40% de los costos de una aerolínea. Para Marco Subía, titular de la Asociación de Representantes de Líneas Aéreas del Ecuador, el ajuste tuvo un impacto en la caída del tráfico aéreo doméstico, que recién comenzó a recuperarse el pasado año. “La oferta que había en 2011 dejó de ser rentable sin el subsidio”. En el 2015, el Estado también retiró el subsidio al IESS para el pago de pensiones, aunque desde el próximo año deberá volver a ponerlo en su presupuesto, por disposición de la Corte Constitucional.
El Gobierno anterior retiró parcialmente en el 2015 el subsidio al diésel y al búnker de la industria. Las empresas procesadoras de café, que se encargan de transformar el grano en café soluble, usan estos derivados para las calderas y en el tostado y secado del café. Pablo Pinargote, gerente de Anecafé, indicó que el costo de los combustibles se ha incrementado gradualmente entre un 70 y 80%.
Esto ha ocasionado que la industria ecuatoriana pierda competitividad”. El Gobierno anterior también emprendió medidas para reducir el consumo de derivados en algunos sectores y así aliviar el costo de subsidios. Por ejemplo, impulsó la construcción de centrales hidroeléctricas para no depender de las térmicas, que emplean diésel. El propósito era contar con ocho hidroeléctricas operativas hasta fines del 2016 y reducir la importación del derivado, pero en la actualidad funcionan solo tres centrales. En el resto hay trabajos pendientes y litigios.