Tras el conato de hundimiento del bote pesquero “Niño Ricky”, suscitado ayer en la bahía de Puerto Baquerizo Moreno, isla San Cristóbal, la Dirección del Parque Nacional Galápagos (DPNG) del Ministerio del Ambiente (MAE) determinó que el impacto ambiental es mínimo y no se relaciona con derrame de combustible, sino con vertidos provenientes de averías en el casco de la nave.

MAE

El bote pesquero “Niño Ricky”, con matrícula del puerto de Manta, fue retenido dentro de la Reserva Marina de Galápagos en 2014, por las autoridades competentes, pues sus ocupantes habrían incurrido en el presunto delito de pesca ilícita. Así lo demostraron los 63 tiburones que se hallaron en las bodegas de almacenamiento de la nave. Desde entonces la embarcación estuvo retenida en Puerto Baquerizo Moreno, pues es parte del proceso penal que se está ejecutando. En diciembre de 2016, la audiencia de juzgamiento convocada tuvo que ser suspendida por falta de comparecencia de los procesados en este caso.

Mientras permanecía fondeado bajo custodia, el barco se ha deteriorado progresivamente, por lo que como una acción preventiva, la Dirección del Parque Nacional Galápagos, a inicios del año 2016 retiró el combustible almacenado en los tanques. Al momento del incidente de esta semana, el barco no contaba con combustible únicamente restos de aguas de sentina de las máquinas y aceite hidráulico que generó una película iridiscente en el agua, que debido a las condiciones climáticas (lluvia) no logró evaporarse brevemente. Sin embargo, el contorno del barco se encontraba protegido por barreras de contención y salchichas absorbentes.

En horas de la tarde de ayer, la DPNG realizó un primer monitoreo ecológico de la zona costera del lugar en donde se encontraba el barco, sin reportarse afectaciones sobre la fauna endémica, especialmente en lobos marinos.

Luego del reflote, suscitado ayer, con la marea en su punto más alto, se pudo varar la embarcación en la playa de “Los Marinos”, para las reparaciones correspondientes.

La mañana de este 17 de enero del 2017 se realizó una nueva evaluación ecológica en la zona costera para monitorear posibles afectaciones ambientales, sin reportar perjuicio sobre la flora y fauna del lugar.