Con un comunicado oficial, la Pontificia Comisión para la Protección de los Menores anunció la renuncia de Collins, lo que constituye un duro golpe para el papa Francisco y su promesa de aplicar la «tolerancia cero» a los curas que abusan sexualmente de menores.
La renuncia de Collins ocurre en un momento delicado ya que el Papa ha sido criticado duramente esta semana por varios medios de prensa internacionales por haber reducido recientemente las sanciones a un grupo de curas pedófilos y por considerar la pedofilia como «una enfermedad», según declaró recientemente.
La comisión contra la pedofilia fue creada a pedido del Papa argentino en 2014.
Está formada por unos quince laicos y religiosos y tiene el encargo oficial de proponer al Pontífice «iniciativas oportunas» para combatir ese fenómeno dentro de la institución.
El año pasado, la otra exvíctima de la comisión, el inglés Peter Saunders, renunció tras asegurar que se sentía traicionado por el papa Francisco y por una Iglesia que «no hace nada» de cara a la pedofilia.
Casi 4 años después de su elección, la pedofilia es como una espina clavada en el pontificado de Francisco y sigue siendo uno de los problemas más graves que tiene que encarar.
Resistencias y trabas
En el comunicado, Collins denunció «la resistencia de algunos miembros de la Curia romana», la maquinaria central del Vaticano, para trabajar con la comisión.
«La falta de colaboración ha sido penosa», lamentó la experta al referirse indirectamente a la Congregación para la Doctrina de la Fe, la entidad encargada de examinar los casos.
La irlandesa, de 70 años, que vivió en carne propia abusos por parte de un cura cuando tenía 13 años, era una de las figuras esenciales de la reforma y del endurecimiento de las penas contra los sacerdotes que abusan sexualmente de menores.
«Han sido tres años difíciles, pero siempre tuve la esperanza de que podíamos introducir el cambio. Todos los miembros de la comisión son muy buena gente, especialmente el cardenal Sean O’Malley, y el papa Francisco, quienes han apoyado todas nuestras recomendaciones», apuntó Collins.
La irlandesa continuará a trabajar en los procesos de formación de los obispos y atención a los abusados, según precisó el Vaticano.
La experta denunció además de las trabas registradas por parte de los varios ministerios del Vaticano -llamados dicasterios- y la «financiación inadecuada» de la comisión que sufre limitaciones hasta para contratar personal.
La batalla del Papa argentino contra uno de los grandes males de la Iglesia católica, que generó un escándalo sin precedentes y desprestigió a la milenaria entidad, se ha ensombrecido por la falta de apoyo interno. «La salida de Collins fue inevitable.
Para la comisión es un desastre», comentó Saunders. A todo ello se suma la reciente noticia de que el Papa «había reducido» en forma discreta y sin hacerlo público, las sanciones a grupo de clérigos pedófilos.
Su decisión cayó mal entre las víctimas y los asesores pontificios, pese a que fue definido «un gesto de misericordia» del Papa.
El castigo apartaba a los curas culpables del sacerdocio, y los condenaba a «una vida de penitencia y oración y a la prohibición de ejercer públicamente su ministerio», sacerdotal.
La misma sanción fue aplicada en 2006 al mayor abusador sexual de la Iglesia, el líder y fundador de los Legionarios de Cristo, padre Marcial Maciel.
La sanción más grave dentro de la Iglesia es reducirlos al estado laical.