El peligro está en volver, en la región Costa, a las áreas marinas y costeras que estaban protegidas solo en el papel sin actividades de vigilancia, advierten los científicos.
Xavier Chalén, director del Programa Marino Costero de Conservación Internacional, dice que la medida implica un retroceso de lo conseguido.
La decisión llega ante el compromiso, plasmado en los planes de desarrollo que se elaboran desde el 2007, de incorporar al mar y al perfil costero dentro del sistema de conservación. “No solamente estaba la necesidad como país, sino por compromisos internacionales… Tener ojos para proteger la biodiversidad oceánica y costera”, asegura.
Cada año se requieren $12 millones para sueldos y movilización del personal más tareas de mantenimiento en las áreas protegidas, dice Augusto Granda, presidente de la Asociación de Guardaparques del Ecuador. Estas suman 5 218 524 hectáreas (ha) de territorio y 13 183 402 ha de área marina, el 20 % de la superficie terrestre del país. “El compromiso (del MAA) es solo desvincular, de los 193, a los que obtuvieron menos de 90 puntos en la evaluación del 2019 y cubrir esas plazas. Esperamos hasta el 30 de junio que así sea”, indica.
Los calificados con 90 puntos o más, señala Granda, siguen pero bajo contratos de servicios ocasionales. El dirigente dice que esta semana se conocerá cuántos finalmente serán separados de la entidad.
La visión en las zonas protegidas es no desalojar a la población ni eliminar las actividades que son su sustento económico, sino cómo conservar desde el desarrollo sostenible, indica Chalén, de CI.
En el caso de la Costa es “entender cuáles son las interacciones entre las capturas que se hacen en las áreas protegidas con las especies de alto nivel de conservación como las tortugas marinas, mantarrayas, tiburones, ballenas”. Función que requiere de personal que de por sí ya era escaso.
Rescatar un delfín o una tortuga marina y determinar el impacto de la basura marina, del plástico y de las artes de pesca están entre las funciones de quienes vigilan y controlan las áreas protegidas costeras.
La actividad incluye educar a la población sobre el cuidado y protección de las áreas protegidas, hacer el monitoreo de la biodiversidad y coordinar los proyectos de desarrollo.
El Área Nacional de Recreación Playas de Villamil conserva 14 de los 40 km del perfil costero de este cantón. Es el tramo que va del sector conocido como El Humboldt hasta el estero de Data Villamil. Toda el área es una zona de anidación de tortugas marinas. Algunas también llegan muertas golpeadas por barcos, enredadas en artes de pesca o afectadas por motivos naturales.
Con la labor de los guardaparques se conoce, por ejemplo, que de cada diez tortugas rescatadas en Playas dos son de Engabao, poblado que está fuera del área protegida. De darse la salida solo quedaría una persona de las nueve que están y rescatan tres tortugas en promedio a la semana. “Una sola qué puede hacer”, se pregunta uno de los que serían desvinculados, quien pidió la reserva de su nombre.
A ello se suma que la captación en video de la fauna sirve como fuente documental para que lleguen más recursos del exterior. Es una labor sin fin. En las zonas costeras del país se cuantificó que más de 135 000 neonatos de tortugas han llegado al mar en los últimos cuatro años. La información es producto de la labor de los guardaparques.
Nota Original: El Universo – LINK