Donald Trump lo llamaba la octava maravilla del mundo. Ahora es sólo otro casino fracasado de Atlantic City.

CNN

El Trump Taj Mahal finalmente cerró sus puertas justo antes de las 6 a.m. de este lunes.

Los últimos huéspedes del hotel salieron el domingo, y algunos de los últimos apostadores del casino estaban cambiando sus fichas mientras el candidato debatía con Hillary Clinton, enfrentando sus cada vez más bajas probabilidades.

El propio Trump no es dueño de nada más sino del nombre de los grandiosos minaretes de neon del Taj Mahal. En sus últimos días, el casino era controlado por el empresario Carl Icahn.

Icahn dijo que fue un “día triste para Atlantic City” y para los 3.000 trabajadores del casino, pero dijo que no pudo alcanzar un acuerdo con el sindicato de trabajadores del casino y no podía seguir manejándolo sin tener grandes pérdidas.

El sindicato, que representa a unos 1.000 trabajadores del Taj Mahal, logró tratos con otros cuatro casinos en la ciudad justo antes del fin de semana del Día de la Independencia, incluyendo a otro casino del que es propietario Icahn. Pero los trabajadores del Taj se declararon en huelga el 1 de julio.

“A pesar de nuestros mejores esfuerzos, que incluían perder hasta 350 millones de dólares en pocos años, no fuimos capaces de salvar el Taj Mahal”, dijo Icahn en un comunicado este lunes.

El Trump Taj Mahal ha estado en problemas durante años, junto al resto de casinos con fondos limitados de Atlantic City, donde cinco de ellos han cerrado desde 2014, incluyendo el Trump Plaza. De los siete que quedan, dos, el Bally’s y el Caesar, han presentado una solicitud de protección de bancarrota.

El Taj Mahal abrió sus puertas en abril de 1990 y tuvo problemas financieros casi inmediatamente, según un análisis que hizo CNN de documentos presentados ante las autoridades estatales de juegos.

Trump financió el casino con bonos basura y no pudo cubrir los pagos con las ganancias de operaciones de juegos. En cuatro de los primeros 16 días de operación de ese casino, sus cuentas bancarias contenían menos de 0 dólares, con déficits de hasta 1,7 millones de dólares, según un reporte de 1990 de la Division de Leyes de Juegos.

El estado aprobó un auxilio financiero de 65 millones de dólares en 1990 porque había miedo de que si se cerraba el casino se podría afectar la economía de Atlantic City. El Taj se declaró en bancarrota al año siguiente, haciendo que se deshiciera de cientos de millones de dólares en deuda. Ese fue el primero de cuatro viajes a la corte de bancarrota para las operaciones del casino Trump.

Aún luego de la reorganización, el Taj continuó luchando para pagar sus deudas, reportando pérdidas netas de 121 millones de dólares entre 1992 y 1995, según documentos de la compañía SEC,
la agencia de Estados Unidos que se encarga de regular la industria de los valores. La empresa tuvo un beneficio operativo durante cuatro años, pero terminó en números rojos debido al pago de intereses.

El Taj Mahal fue incluido en documentos de bancarrota en 2004 y otra vez en 2009. Trump dejó su posición como director ejecutivo en 2004. El magnate dejó el casino durante la reorganización del 2009 pero continuó prestando su nombre al Trump Entertainment Resort, la compañía que manejaba el Taj Mahal y el Trump Plaza.

Y Trump, el hombre, eventualmente demandó a Trump, la compañía, para tratar de quitar su nombre de los casinos, pues dijo en su demanda que el Taj y el Trump Plaza cayeron en un “estado de abandono total” y no eran dignos de su “reputación superior”.

“Tenemos un estándar muy alto”, dijo Trump a CNNMoney en 2014. “Y ellos no lo tienen”.