Allí comenzó el protagonismo del italiano Massimiliano Irrati, a cargo del VAR. Y lo transportó a Cáceres a revisar la infracción y a sancionar un penal inexistente.
¿Por qué? El protocolo arbitral del proceso de análisis en estas jugadas se enfoca en quién inicia el contacto físico y la imprudencia del mismo. El que lo inicia es el portugués, razón por la cual no fue falta. Cuando remató Ronaldo, el arquero Beiranvand se adelantó. ¿El árbitro asistente y el VAR no se dieron por enterados? Doble error.
En el minuto 81, nuevamente el VAR llamó, en esta oportunidad, para revisar una posible conducta violenta del propio Ronaldo. Vale recordar que la regla observa si el jugador da o intenta dar un golpe. Cáceres chequeó la acción y terminó equivocándose nuevamente, porque Ronaldo le apuntó y le pegó al adversario: era jugada de expulsión y solo lo amonestó. Otro error compartido.
Minuto 87: cayó un balón sobre el área portuguesa, lo disputaron entre dos jugadores, el salto lo ganó el iraní cabeceando el balón y, sin ninguna intención, la mano del portugués «no busca el balón». El árbitro, muy bien posicionado, no consideró la acción. Pero otra vez el VAR tomó protagonismo y le informó al árbitro que repasara la acción: otro penal inexistente.
Fue un encuentro en el que el italiano Massimiliano Irrati, a cargo del VAR, controló el juego y el árbitro se dejó influir en jugadas de interpretación y no supo resolver otras. Esta vez la tecnohumanología fue un fracaso y dejó las dudas en manos inexpertas a la hora de aplicarla.