La colada de lava ha recorrido hasta 2 kilómetros (1,2 millas) desde la cima del cráter del Mayón, mientras sigue cayendo ceniza sobre varios pueblos en la provincia nororiental de Albay.
Las autoridades recomendaron con firmeza a la gente que no entre en la zona de peligro de unos 6 o 7 kilómetros (de 3,7 a 4,3 millas) a la redonda del cráter, a menudo envuelto en nubes. La recomendación incluye tanto a vecinos que quieren comprobar el estado de sus casas, granjas y animales como a turistas que quieren ver la erupción más de cerca.
“Dicen que es belleza combinada con peligro”, dijo el director regional de la Oficina de Defensa Civil, Claudio Yucot.
Al menos 34.038 personas se han visto desplazadas por la erupción desde el fin de semana, abandonado dos ciudades y seis pueblos. Muchos de los evacuados se refugiaron en escuelas convertidas en refugios, indicó por teléfono Jukes Nunez, miembro de la agencia provincial de emergencias. Otros buscaron cobijo en casas de familiares.
El gobierno provincial declaró el estado de calamidad en la provincia, donde viven más de un millón de personas, para permitir el desembolso más rápido de fondos de emergencia, indicó Nunez.
Los científicos no han detectado suficientes temblores volcánicos que les hagan elevar el nivel de alerta a cuatro en una escala de cinco, indicó Renato Solidum, que dirige el Instituto filipino de Vulcanología. Eso implicaría que hay una erupción inminente. Los servicios de emergencia han indicado antes que podrían tener que emprender evacuaciones forzosas si se eleva el nivel de alerta.
Filipinas se encuentra en el Anillo de Fuego del Pacífico, una línea de fallas sísmicas en torno a la cuenca del Pacífico donde son habituales los terremotos y la actividad volcánica.
Fuente: El Universo