El grupo rebelde, que busca en Quito un acuerdo para terminar con un conflicto de más de medio siglo, dejó entrever la posibilidad de que se reactive el enfrentamiento al término de la tregua vigente desde el 1 de octubre.
«La mesa de diálogos no puede ser interrumpida por el hecho de que el acuerdo sobre el cese al fuego culmine el 9 de enero», dijo Nicolás Rodríguez (Gabino) en un mensaje de fin de año divulgado en las redes sociales.
Aunque el gobierno y la organización insurgente han expresado por separado su voluntad de extender el alto al fuego bilateral, el primero que aceptó el ELN desde su alzamiento en armas en 1964, el pacto se ha visto minado por acusaciones mutuas de incumplimiento.
Rodeado de otros comandantes, Rodríguez afirmó que el gobierno, «de manera perversa», aprovechó la suspensión de las acciones para reprimir a los campesinos cocaleros y militarizar «territorios de operaciones» del Ejército de Liberación Nacional (ELN).
Según el jefe guerrillero, con esas acciones los militares dejaron «en crisis dicho esfuerzo». Pero aun así «el ElN no renuncia a la paz y en tal sentido no se levantará de la mesa» de conversaciones, sostuvo.
Durante la tregua, que además de la suspensión de los combates preveía que los rebeldes dejaran de secuestrar y atacar la infraestructura petrolera, el ELN admitió el asesinato en noviembre de un líder indígena en el selvático departamento del Chocó (noroeste).
De su lado, la agrupación guevarista consideró como una violación de la tregua la muerte de siete campesinos que protestaban contra la erradicación de los cultivos de coca a inicios de octubre en una zona fronteriza con Ecuador.
Dos oficiales del Ejército están implicados en los hechos, según la fiscalía.
Los delegados del ELN y del presidente Juan Manuel Santos – quien terminará su mandato en agosto próximo- retomarán conversaciones en vísperas del fin de la tregua en Quito.
Con menos de 2.000 combatientes según las autoridades, el ELN es la última guerrilla activa en Colombia reconocida por el gobierno, tras el acuerdo que condujo al desarme y transformación en partido político de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
Santos busca un pacto similar con el ELN para poner fin al último conflicto armado del continente, que deja alrededor de ocho millones de víctimas entre muertos, desaparecidos y desplazados.