La alarma se prendió el pasado 18 de febrero, cuando la Policía del municipio informó que había recibido una denuncia ciudadana, según un documento que publica la Revista Semana y cuya autenticidad fue confirmada por CNN en Español.
Según la denuncia, “los delfines rosados, especie en vía de extinción, llegaban a las mallas a comer pescado, quedando atrapados y es allí donde algunos pescadores aprovechan la oportunidad para sacrificarlos y comercializar su aceite”.
Eso llevó a la Policía Nacional y a la Infantería de Marina a realizar un operativo conjunto, según el documento de las autoridades, en el que encontraron e incautaron cinco mallas de nailon para pesca, de tamaños que oscilan entre 30 y 50 metros de largo por 1 y 2 metros de ancho, además de elementos que avaluados suman casi 2 millones de pesos colombianos (unos 700 dólares).
Las mallas de pesca de nailon están prohibidas por la legislación colombiana pues están hechas con un material sintético que puede incluir plomo, por lo que resultan nocivas para la fauna silvestre y el medioambiente.
En el informe policial también se destaca que “sobre la orilla del río Meta se logró la ubicación y hallazgo de un cuerpo sin vida de la especie de delfín rosado, el cual presentó varias heridas de arma contundente”. La Policía, sin embargo, no encontró a los pescadores que sacrificaron al delfín para extraer su aceite.
En la denuncia policial se dice que murió una tonina -como también se le conoce al delfín rosado-, pero según el capitán de la Armada Nacional, Andrés Ladino, comandante del puesto fluvial de Orocué, fueron dos los animales que murieron. “A uno se lo llevó la corriente y el otro quedó expuesto en la playa”, le dijo Ladino a CNN en Español, en una conversación telefónica.
El capitán asegura que varios habitantes del pueblo le han contado que hay personas que les ofrecen botellas de aceite, aparentemente extraído de los delfines rosados. “La gente es muy supersticiosa y los rumores son que sirve para curar problemas de salud y para atraer al ser amado, entre otras cosas”, le explicó Ladino a CNN en Español.
La gente de Orocué dice que por cada botella cobran 50.000 pesos colombianos (unos 18 dólares).
“Estamos investigando y nuestra prioridad ahora es sensibilizar a los habitantes y a los pescadores, para que no instalen las mallas que están prohibidas (las de plástico) y no les hagan daño a los delfines rosados”, dice Ladino. “Necesitamos que ellos se vuelvan nuestros aliados y nos informen cada vez que vean que sucede algo ilegal en las actividades de pesca de la región”.
La Corporación Autónoma Regional de la Orinoquia (Corporinoquia), que es la entidad encargada de gestionar todo lo relacionado con el medioambiente en esa región, confirmó que ya presentó una denuncia ante la Fiscalía por los hechos, aunque “contra sujetos indeterminados”.