El director del Instituto Geofísico (IG) de Ecuador, Mario Ruiz, considera que el país necesita un plan nacional de preparación ante los terremotos, un proyecto que, en su opinión, debe incluir normas y controles de construcción, reforzamiento de edificaciones, seguros y amplios programas de prevención.

Tras el devastador sismo que azotó en abril la costa norte de Ecuador, Ruiz cree importante que la sociedad sea «la que demande estos cambios» y que la institución que dirige ya ha planteado al Gobierno, dijo en una entrevista con Efe.

El IG defiende que hay que «aprender de las lecciones» del terremoto y no reproducir errores del pasado, por lo que es fundamental estudiar el subsuelo y conocer cómo influye su composición en la propagación de las ondas sísmicas, explicó.

Cuanto mayor es la amplitud de esas ondas, mayores son los daños, por lo que el análisis del suelo es decisivo para informar sobre los puntos donde es más o menos conveniente construir de nuevo.

Ruiz pide que se tomen en cuenta los estudios que el IG puede elaborar, si bien reconoce que «para el Instituto es algo muy complicado», porque habría que «hacer el trabajo cada vez en un tiempo más corto», antes de que avance la reconstrucción.

«Estamos casi trabajando contra reloj. El día siguiente del sismo dijimos: vamos a salir a la zona epicentral, donde está la mayor cantidad de daños. Porque tenemos que ir y ver los daños antes de que la gente, en su afán natural de rescatar sobrevivientes o de rescatar sus pertenencias, comience a mover» los restos de los edificios.

Al IG le preocupa que «se reconstruya sin tomar en cuenta» las enseñanzas del terremoto, una tragedia que dejó 663 fallecidos y cerca de 29.000 damnificados.

«Hay cosas que son bien duras, que uno quiere olvidar, dejarlas en el pasado. Pero creemos que es más importante recordarlas, porque nos permite no reproducir los errores. Y eso me parece que es clave», declaró, al recordar un terremoto ocurrido en 1998 en Bahía de Caráquez, localidad que también resultó fuertemente afectada en la sacudida de abril.

Pero, a pesar del dolor que ocasionó aquel temblor, según el experto, en Ecuador se ha seguido «construyendo mal» porque, aunque existen normativas, «no son acatadas», por lo que considera necesario establecer programas de fiscalización.

«También tenemos que ver qué es lo que pasa con las construcciones que ya están hechas», porque «se sabe que en la capital, el 70 % o más de las construcciones no siguieron ninguna normativa», aseveró.

Y es que «el problema de los sismos no es solamente de la costa», parte de la cual sufrió el mayor impacto del terremoto de abril, sino que pueden haber temblores también en otras zonas del país, y la solución «no es salir corriendo», ni trasladarse a vivir a otra ciudad, comentó.

Lo que se necesita son planes integrales de seguridad, indicó el director del IG, quien recuerda lugares como California, Japón o Nueva Zelanda, donde existe preparación para convivir con sismos.

En su opinión sería beneficioso implantar un sistema de «aseguramiento universal» de viviendas, similar al existente para los vehículos, y un programa de créditos para reforzar edificios, algo que se puede hacer en los próximos años y que puede ser «una medida que dé frutos a la larga».

Aunque es imposible predecir los terremotos, se conoce que el temblor de abril tuvo su epicentro en la confluencia de las placas Nazca y Suramericana, por lo que los científicos tratan ahora de determinar «los segmentos de falla que están recibiendo la mayor cantidad de esfuerzos o de presiones después del sismo», explicó.

Si se consigue esa información, «podemos ver al menos cuáles son los segmentos que, quizá con mayor probabilidad, puedan generar los próximos sismos grandes», señaló.

Con ese objetivo, tras la sacudida de abril, 21 científicos (doce del IG y nueve de instituciones de Francia, EE.UU. y el Reno Unido) instalaron 70 estaciones de medición en una amplia área alrededor del epicentro del terremoto, donde hasta ahora había solo una veintena de equipos.

Esos aparatos, durante un año registrarán «con mayor precisión» incluso sismos «muy pequeños», lo que aportará valiosa información, explicó Ruíz.