La exmandataria argentina Cristina Fernández (2007-2015) denunció este jueves la irrupción “a patadas” en la puerta de entrada de la vivienda de los padres del expresidente Néstor Kirchner (2003-2007), también ex primer secretario de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y quien fuera su compañero de la vida y padre de sus hijos.

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“No es cualquier lugar. Es la casa de los padres de quien fuera mi compañero, en la que también viví junto a él y mi hijo recién nacido, hasta que pudimos mudarnos. Allí también paso parte de su infancia junto a la abuela, su único nieto varón”,  señala en su cuenta personal en Facebook al precisar que el hecho ocurrió el pasado día 18.

Expone que la foto le pareció un hecho “absolutamente violento e intimidatorio, que refleja claramente un clima de época” y apunta que las dos marcas sobre la pintura blanca “traen el sello inconfundible de los borceguíes”, que son las botas militares.

Según describe, esa metodología de abrir las puertas a patadas remite a épocas pasadas. “La confirmación de que no se habían llevado nada despeja cualquier duda”, acotó, y señaló que no fue el único hecho.

¿Fuerza paraestatal?

La exmandataria señala que las palabras esta semana de Agustín Rossi, durante la última sesión del Parlasur en la ciudad de Montevideo, reflejan la violencia de época de la cual ella refiere en este texto.

«¿Se está construyendo una fuerza paraestatal (…) con apoyos de los servicios de inteligencia para perseguir a dirigentes que hemos sido funcionarios del gobierno anterior? ¿Es cierto que los dirigentes más conocidos del kirchnerismo estamos siendo espiados por los servicios de inteligencia del gobierno de Macri? ¿Es cierto que han desatado una cacería sobre nosotros?», recordó.

Afirma que ya han pasado días y nadie del gobierno nacional contestó los graves interrogantes del ex Ministro de Defensa, ex Presidente del Bloque de Diputados Nacionales del FPV (Frente Para la Victoria) y actual miembro del Parlasur.

Cristina Fernández añadió que además de ello también hay persecución ideológica y hostigamiento mediático. Armado de causas judiciales de funcionarios del gobierno anterior a diestra y siniestra, que se dan de patadas con la Constitución, los Códigos y los más elementales derechos y garantías de cualquier ciudadano, e incluso la cárcel.

En su opinión, el actual gobierno fue el que tomó la decisión de devaluar después del 10 de diciembre, y hombres de negocios, que el año pasado compraron esos contratos llegaron al gobierno, y como funcionarios pactaron el precio de lo que habían comprado como empresarios.

La expresidenta argentina indicó que tan escandaloso y demostrativo de la persecución como el llamado a indagatoria efectuado por el mismo «juez» de 70 figuras relacionadas con la cultura, por una «supuesta» malversación de fondos públicos del INCAA (Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales).

Aseveró que del negocio del fútbol, entre otros, provienen muchos funcionarios del Poder Ejecutivo. “Empezando por su titular, y el Director de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), quien aún no obtuvo el acuerdo del Senado, tal cual lo exige la ley”, acotó.

Fueros mediáticos y judiciales. Su función.  

Cristina Fernández se cuestionó de qué otra manera que no sea a través de fueros mediáticos y judiciales, puede entenderse que el mayor escándalo internacional en materia financiera de los últimos tiempos -el caso Panamá Papers-, que ha provocado la renuncia de Funcionarios y Primeros Ministros en el mundo; en Argentina  ha ecivido un tratamiento “tan superficial y liviano” aun cuando apareció involucrado el Presidente, su familia y muchos de sus funcionarios y dirigentes.

“A tal punto que llamó la atención del periodismo alemán -ámbito desde el cual se dio a conocer el escándalo- que sostuvo en su informe que «hubiera sido muy distinto en caso de tratarse del Gobierno de CFK», precisó.

Comentó que los fueros mediáticos y judiciales, sumados a servicios o fuerzas paraestatales de inteligencia, terminan produciendo, objetivamente, una democracia de nula intensidad, y ello comenzó con la detención de la dirigente social Milagro Sala en Jujuy.

“El método: perseguir, o denunciar y hostigar, o procesar, o encarcelar. El objetivo: asustar y amedrentar a quienes no se van a callar frente a un plan económico que está haciendo estragos en el tejido social argentino”, sentenció.

Dijo, además, que trabajadores formales e informales; comerciantes pequeños, medianos o grandes, empresarios de casi todas las actividades industriales, estudiantes, docentes y profesionales, jubilados, han sido tocados, averiados y hasta hundidos en esta batalla política y social que significa: precios sin control, facturas impagables – de luz, gas y agua-, que además disparan a las nubes los costos de las expensas -tanto para el inquilino como para el propietario-, aumentos del transporte, despidos, cierre de comercios, caída de la actividad industrial.

Violencia y sentido común  

Para la expresidenta argentina, los ataques permanentes, la persecución y el hostigamiento, en las formas más extremas y violentas, han sido una constante en la historia de los movimientos nacionales y populares. “Su función: generar sentido común negativo contra la política en general, y contra lo nacional y popular como fundamento no sólo económico y social, sino esencialmente cultural”, observó.

Manifestó no tener dudas de que los movimientos políticos fueron, son y serán juzgados, no por las individualidades, sino por los resultados de sus políticas públicas y la calidad de vida que sepan generar para todos sus ciudadanos.

“Gente sin trabajo y sin alimentos suficientes. Mujeres que vuelven a ser el hilo más delgado de precarización laboral. Estudiantes que deben abandonar sus estudios por razones económicas. Científicos cuyos programas son suspendidos o directamente suprimidos.  Pequeñas y medianas empresas al borde del colapso, muchas sin poder hacer frente al pago del aguinaldo. Economías regionales quebradas. Obras públicas paralizadas. Alarmante crecimiento de la inseguridad. Son sólo algunas de las calamidades cotidianas que no se pueden tapar con nada. Ni siquiera con fueros mediáticos o judiciales”, alegó.

Afirmó que los argentinos no piden, ni pretenden, que nadie les regale nada. “Sólo necesitan que su país les vuelva a garantizar las oportunidades para poder organizar su vida y la de su familia, en libertad y con trabajo” y acotó que ello no es tan difícil, y el gobierno en algún momento, debería comprenderlo. «Además y después de todo, las patadas en una puerta, finalmente, sólo le sirven a los carpinteros», concluyó.