Jean-Pierre Bemba, rico empresario de 53 años convertido en un señor de la guerra, fue condenado por la ola de asesinatos y violaciones cometidos por su milicia, el Movimiento de Liberación del Congo (MLC), en la República Centroafricana entre octubre de 2002 y marzo de 2003.
Describiendo la violencia, las amenazas, las violaciones, las muertes y los traumatismos sufridos reiteradamente por familias enteras, la jueza brasileña Sylvia Steiner insistió, durante la lectura del veredicto, en la «especial crueldad» de estos crímenes contra víctimas «muy vulnerables». En octubre de 2002, unos 1.500 hombres armados de la milicia de Bemba se desplegaron en la República Centroafricana para ayudar al presidente centroafricano Ange-Félix Patassé, víctima de una intentona golpista llevada a cabo por el general François Bozizé.
Hasta marzo de 2003, las tropas de Bemba mataron, saquearon y violaron a la población.
«El fracaso de Bemba para tomar medidas tenía por objetivo de manera deliberada alentar estos ataques contra la población civil», estimó la jueza.
Los tres magistrados de la cámara no encontraron «ninguna circunstancia atenuante» para reducir la pena a Bemba. D
urante la lectura de la condena, Jean-Pierre Bemba permaneció inmóvil.
Vestido con un traje oscuro, una camisa clara y una corbata azul oscuro, siguió la lectura del veredicto detrás de las pantallas del ordenador, con las manos juntas, mirando de vez en cuando al público.
Se trata de un veredicto histórico por varias razones. Jean-Pierre Bemba es la personalidad de más alto rango condenada por la CPI, cuya pena es la más severa pronunciada por esta alta instancia judicial con sede en La Haya, fundada en 2002 para juzgar crímenes de guerra, crímenes contra la humanidad y genocidios.
La fiscalía había pedido «25 años como mínimo». Sanciona por primera vez ante la CPI las violaciones y las agresiones sexuales como crímenes de guerra.
Ésta es igualmente, desde la creación de la CPI, la primera condena contra un jefe militar considerado responsable de las atrocidades cometidas por sus tropas, aunque no las hubiera ordenado. ‘Justicia para las víctimas’ La oenegé Human Rights Watch reaccionó en Twitter diciendo que esta pena «ofrece una medida de justicia para las víctimas de violencia sexual» y sirve de advertencia a «otros comandantes que (…) pueden ser considerados responsables de violaciones y otros abusos graves cometidos por las tropas bajo su control».
Por su parte, el Movimiento de Liberación del Congo declaró que «nunca cesará de denunciar la justicia selectiva de la CPI (…) y la politización a ultranza» de esta institución, reaccionó su secretaria general, Ève Bazaiba, tras el anuncio.
La defensa de Bemba ya había anunciado el lunes su intención de apelar el veredicto. Según el abogado Peter Haynes, Bemba fue reconocido culpable «a partir de una base de especulaciones» en un «caso que era profundamente incoherente, inverosímil en los hechos y basado en una evaluación selectiva y a menudo imperfecta de las pruebas».
Jean-Pierre Bemba, un coloso de 1,90 metros, intratable y autoritario, creó y dirigió el MLC en la República Democrática del Congo, tras haber abandonado la capital, Kinshasa, en 1999, después de la proclamación de Laurent-Désiré Kabila como jefe de Estado tras ocho meses de rebelión.
Al final de la segunda guerra del Congo (1998-2003), Bemba se convierte en vicepresidente del gobierno de transición de Joseph Kabila de julio de 2003 hasta diciembre de 2006. Instalado en Europa, fue detenido en Bruselas en 2008 y trasladado al CPI. Durante todo el proceso, iniciado en noviembre de 2010, Bemba siempre se declaró no culpable. Detenido desde hace ocho años, Bemba tiene que purgar aún otros diez años, agregó la jueza.