El Gobierno brasileño destacó hoy en una nota oficial «el carácter pacífico» de las protestas que reclamaron la destitución de la presidenta Dilma Rousseff, las cuales muestran «la madurez de un país que sabe convivir con opiniones divergentes».
El comunicado, de sólo dos párrafos y divulgado por la Secretaría de Comunicación de la Presidencia, sostiene que «la libertad de manifestación es propia de las democracias y por todos debe ser respetada».
Luego añade que «el carácter pacífico de las manifestaciones ocurridas este domingo demuestra la madurez de un país que sabe convivir con opiniones divergentes y sabe garantizar el respeto a las leyes y las instituciones».
La nota fue difundida después de que una multitud muy superior al millón de personas tomó las calles de todo Brasil y exigió la destitución de Rousseff, en medio de una creciente crisis política y económica.
La jornada nacional de protestas fue cumplida en todo el país y transcurrió sin incidentes, tal como lo reconoció el Gobierno, pese a haber sido el blanco de las manifestaciones.
La presidenta pasó el día en su residencia oficial, en la que se reunió con sus ministros más allegados para hacer un seguimiento de las protestas.
La mayor concentración fue realizada en Sao Paulo, donde una marea de cientos de miles de personas copó una céntrica avenida al grito de «Fuera Dilma», que resonó con fuerza en todo Brasil.
La Policía Militar de Sao Paulo calculó la multitud en esa avenida en 1,4 millones de personas, aunque la empresa demoscópica Datafolha redujo esa cifra a 450.000 y los organizadores de las marchas la elevaron a 2,5 millones.
En todas las manifestaciones realizadas en cientos de ciudades se expresó apoyo a un juicio político contra Rousseff, pero el acto más simbólico ocurrió en Brasilia, donde unas 100.000 personas, según la Policía, se plantaron frente al Congreso en respaldo al proceso.
El juicio político contra la mandataria comenzó el año pasado y está suspendido por «errores de procedimiento» detectados por la Corte Suprema, pero deberá ser retomado por el Parlamento en los próximos días y ahora con la fuerte presión enviada desde la calle.
La oposición formal respaldó las protestas y sobre todo fue representada por el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), que participó en peso en las movilizaciones.
El senador Aécio Neves, presidente del PSDB y quien perdió por escasa diferencia las elecciones de 2014, en las que fue reelegida Rousseff, afirmó que, con estas manifestaciones, la sociedad ha demostrado que «se cansó y le ha dicho basta» a la presidenta.