Muhammad Rum dijo a los reporteros a las afueras de la prisión Nusakambangan todavía no deciden cuándo otros 10 prisioneros serán ejecutados por un pelotón de fusilamiento.
Los ejecutados eran dos nigerianos, un senegalés y un indonesio. Las peticiones para que se revisaran sus casos fueron desestimadas.
Uno de los nigerianos era Humphrey Jefferson Ejike, quien fue injustamente asesinado, de acuerdo con su equipo legal.
«En este momento, solo podemos decir que estamos profundamente decepcionados por el hecho de que Jeff fue ejecutado», dijo Raynov Tumorang mediante un mensaje de texto. «El gobierno no respeta el actual proceso legal en el caso de Jeff».
«Hay una fuerte evidencia de tortura y de que no se le dio un juicio justo. El racismo hacia nuestro cliente puede ser visto en la decisión de la corte».
Pedidos para no ejecutar al resto
Amnistía Internacional dijo que las ejecuciones violan la ley de Indonesia y las leyes internacionales.
«Cualquier ejecución que vaya a ocurrir debe ser detenida de inmediato. La injusticia ya hecha no puede ser revertida pero todavía tenemos la esperanza de que esto no sea agravado», dijo Rafendi Djamin, director de Amnistía para el sureste asiático y el Pacífico.
De acuerdo con la organización, el resto de los reclusos que enfrentan la pena de muerte incluye a más indonesios, un pakistaní, un indio, uno de Zimbabwe, un sudafricano y tres nigerianos.
Human Rights Watch ha pedido al presidente Joko Widodo que conmute las sentencias.
Guerra contra las drogas
El gobierno de Indonesia insiste en que el país enfrenta una emergencia por las drogas, la cual requiere medidas duras.
Es una guerra total contra las drogas ilegales, lo cual ha dejado un gran número de ejecuciones en años recientes.
Un total de 14 convictos fueron fusilados en 2015, seis en enero y otros ocho en abril.
Bajo la administración del expresidente Susilo Bambang Yudhoyono, un total de 21 convictos fueron ejecutados de 2005 a 2013.
Las ejecuciones en Indonesia usualmente ocurren de noche a las afueras de la prisión Nusakambangan en la isla de Cilacap, en Java central.
A los reclusos se les avisa con 72 horas de anticipación y son mantenidos aislados, solo con la compañía de consejeros religiosos.
La familia puede visitar al recluso en los días previos a la ejecución, pero luego, la única confirmación de que se realizó la misma es el sonido de los disparos a la distancia.