Jimmy Morales asumió este jueves como presidente de Guatemala con amplio respaldo de una población hastiada de los políticos tradicionales y que ha encontrado en el polifacético comediante un antídoto contra la corrupción.

Morales recibió la banda presidencial en una ceremonia en el Teatro Nacional en Ciudad de Guatemala, a la que asisten el presidente de México, Enrique Peña Nieto, el ecuatoriano Rafael Correa- en representación de la Celac-, así como los mandatarios centroamericanos, excepto Nicaragua que es representada por el vicepresidente Omar Halleslevens.

También asisten el rey emérito de España Juan Carlos y el vicepresidente estadounidense Joe Biden.

«En nombre del Congreso y del pueblo de Guatemala aquí representado queda usted legal, legítima y solemnemente en posesión del cargo de presidente para el periodo constitucional 2016 a 2020», dijo el presidente del Congreso, Mario Taracena, quien tomó juramento a Morales.

El polifacético comediante, de 46 años, que ejercerá la presidencia guatemalteca durante el período 2016-2020, llega al gobierno casi sin experiencia política.

Su única incursión anterior fue en 2011 cuando compitió por la alcaldía del municipio de Mixco, colindante con la capital, representando al desaparecido partido derechista Acción de Desarrollo Nacional, ocasión en que resultó tercero.

Sin embargo, la derrota lejos de desanimarlo lo hizo apuntar más alto: la silla presidencial.

Morales marchaba en los últimos lugares de preferencia cinco meses antes de las elecciones del 6 de setiembre, pero la suerte le sonrió: un escándalo de corrupción que involucró al entonces presidente Otto Pérez y a su vicepresidenta Roxana Baldetti, ambos ahora en prisión preventiva, desató una ola de indignación popular en abril de 2015.

Morales obtuvo la victoria en la primera ronda de las elecciones, que fue luego ratificada por amplia mayoría (67,44%) en el balotaje frente a la ex primera dama socialdemócrata Sandra Torres.

Tanto el propio Morales como analistas coincidieron en que el triunfo electoral tuvo como sustento el repudio de los guatemaltecos contra los políticos de la vieja guardia.

Pérez debió renunciar al cargo en septiembre y Baldetti lo había hecho en mayo, arrinconados por las acusaciones en su contra.