Se han encargado de calentar el ambiente el oficialismo y la oposición, que han estado lanzando acusaciones y sospechas durante las últimas semanas y han vertido comentarios que han generado un clima de elevada tensión política.
Aunque comenzará oficialmente mañana viernes, en la práctica Ecuador ha estado inmerso en campaña desde que finalizó la primera vuelta de los comicios celebrados el pasado 19 de febrero.
A partir de ese momento, el candidato del movimiento oficialista Alianza País (AP, izquierda) Lenín Moreno y el del opositor movimiento CREO (centro derecha) Guillermo Lasso retomaron las actividades que habían interrumpido la noche del 16 de febrero, cuando el país entró en tiempo de reflexión electoral para la primera ronda de votaciones.
Con la reanudación de sus agendas a partir del 20 de febrero, ambos movimientos arreciaron en su ofensiva en busca de votos y también del desgaste del adversario político.
El oficialismo intensificó sus ataques al candidato opositor con base en su pasado, al relacionarle con el «feriado bancario» de 1999, uno de los episodios centrales de la mayor crisis financiera sufrida por Ecuador en su historia, que llevó a la emigración a dos millones de ciudadanos, según Alianza País.
Desde el Gobierno se asegura que Lasso participó en aquellos acontecimientos como banquero y también como ministro de Economía del Gobierno de Jamil Mahuad (1998-2000), que estaba en el poder cuando estalló la crisis, pero el candidato de CREO lo niega y asegura que el Banco de Guayaquil, que administraba, no percibió recursos del Estado.
Y no solo eso, sino que avisa de posibles acciones legales contra los «funcionarios correístas» (seguidores del actual Presidente, Rafael Correa) que han difundido este tipo de acusaciones.
Lasso, a su vez, arremete contra Alianza País y su candidato, Lenín Moreno, les acusa de hacer «campaña sucia» en su contra, al tiempo que advierte que los votantes elegirán entre el retorno a la democracia que representa su candidatura y «más de lo mismo», en referencia al continuismo que, según él, encarna su oponente.
Pero la temperatura política, ya elevada con estas acusaciones y réplicas, subió más todavía a principios de semana, cuando un alto militar fue destituido y casi de inmediato lanzó sospechas de irregularidades en el proceso electoral del 19 de febrero.
El exjefe del Ejército Luis Castro dijo que durante la primera vuelta de las elecciones hubo fallos en la cadena de custodia del material de votación, responsabilidad de las Fuerzas Armadas, y con ello se reavivaron las exigencias de transparencia al Consejo Nacional Electoral (CNE), cuyo papel había sido cuestionado por sectores de oposición durante la primera vuelta.
El órgano rector de los comicios desmintió de inmediato esas afirmaciones, al igual que el Ministerio de Defensa, pero la duda ya había sido sembrada y la oposición se apresuró a airear sus sospechas sobre la transparencia del proceso.
Lasso, que acusa al CNE de «correísta», lo hizo de manera contundente al afirmar que hay un fraude «en camino» y advertir de ello a la Organización de Estados Americanos (OEA) y a la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Según él, en Ecuador se pretende instaurar «la dictadura de un partido político al estilo venezolano» pero los ecuatorianos desean un cambio, por lo que es imprescindible impedir el supuesto fraude.
Por eso, invitó a los electores a estar vigilantes y a rodear todas las dependencias del CNE en el país al cierre de las mesas de votación el 2 de abril.
La última palabra, en todo caso, la deberán ese día tener unos 12,8 millones de votantes llamados a las urnas para elegir entre Lasso y Moreno al sucesor de Correa, quien dejará el poder el 24 de mayo, tras gobernar Ecuador durante 10 años.