Ecuador adoptó el dólar oficialmente el 9 de enero del 2000, en medio de una espiral inflacionaria causada por una depreciación incontrolable del sucre y una quiebra masiva de bancos.
Entonces, los precios subían a cada momento, recuerda Irma Remache, quien trabajaba en una ferretería que quebró debido a la crisis. Ahora Remache tiene 56 años de edad y es propietaria un negocio propio. Quiere que el dólar siga porque “da estabilidad”.
El sistema ha logrado en casi dos décadas sortear crisis internas y externas, pese a que se avanzó poco en medidas para fortalecerlo e incluso hubo retrocesos, según Mauricio Pozo, exministro de Finanzas. Un factor medular era fortalecer la productividad a fin de dinamizar la actividad económica y fomentar la exportación.
Pablo Zambrano, director de la Cámara de Industrias, cree que se requiere caminar hacia un mercado laboral más moderno y flexible, que se adapte a las nuevas realidades, pero considera que hay pocos avances.
Aunque el Ministerio de Trabajo lanzó en el 2018 nuevos tipos de contratos laborales, el directivo argumentó que no han sido atractivos. Por ejemplo, dice, cuando baja el precio de las flores, una empresa puede requerir contratar personal por menos horas, pero no se puede hacer a menos que se pague un monto extra al trabajador.
Otra traba fueron las salvaguardias y aranceles a insumos de la industria, que encarecen los productos y restan competitividad, dijo. Muchas medidas en los últimos 10 años fueron contrarias a la actividad económica, consideró el académico Marco Naranjo. Otra medida para fortalecer la dolarización era la generación de fondos de ahorros para enfrentar ‘shocks’. Desde el 2002, el país creó tres fondos de ahorro petrolero: una cuenta de reactivación productiva, un fondo de contingencia y otro de inversión energética.
Pero esos fondos se eliminaron en el 2008 y USD 3 200 millones entraron directamente al Presupuesto con el argumento de que el país requería inversión y tenía dinero guardado improductivo. Además, en el Gobierno anterior se eliminó la autonomía del Central y se lo convirtió en un prestamista del Fisco, esto afectó a las reservas, una especie de colchón de liquidez, resalta Pozo. Un tercer punto clave era atraer dólares. Entre 2002 y 2017 el país recibió apenas USD 693 millones en promedio al año en inversión extranjera.
Sin embargo, la estabilidad que generó la dolarización incentivó la inversión, privada y pública. Esta última estuvo impulsada, además por los recursos del segundo ‘boom’ petrolero. Una barrera para el ingreso de capitales ha sido el impuesto a la salida de divisas y la renegociación de los contratos petroleros en el 2010. Convertir a Ecuador en un centro financiero internacional permitiría atraer dólares, pero con la aprobación del Código Monetario en el 2014, el sector bancario dejó de ser atractivo.
Pese a todo esto, el sistema se mantiene firme. Y una explicación es que el país tiene una banca sólida, que capta depósitos y los canaliza al sector productivo, lo cual aumenta la actividad económica y, con ello, un crecimiento sostenido de la liquidez, dice Naranjo.
“Desde el 2000 han salido más dólares de los que han ingresado: un déficit de USD 7 000 millones. Pero la masa monetaria (billetes, monedas, depósitos bancarios) supera los 50 000 millones. Eso ayuda al sistema”. La deuda pública ha permitido compensar la falta de dólares, pero eso ha conducido a desequilibrios fiscales.
Fuente: El Comercio – Nota original: LINK