Durante la campaña presidencial, la situación y perspectivas de la economía estadounidense generaron controversias recurrentes. Aunque Donald Trump ha efectuado declaraciones difusas y muchas veces contradictorias en materia de política económica, académicos y consultores empresariales han logrado esbozar más nítidamente las diferencias que existirían entre su plataforma y la orientación de Hillary Clinton. En un análisis publicado en Allianz Global Investors, Kristina Hooper sintetizó las posturas recientes de ambos candidatos.
Clinton propone incrementar la inversión pública en educación, salud y energía limpia. Una de sus propuestas más notorias es el gasto de $ 275.000 millones en infraestructura mediante el otorgamiento de subsidios y la creación de un banco nacional de infraestructura. Si así lo hace, las propuestas de Clinton incrementarían el gasto público federal en $ 169.000 millones por año.
Por su parte, aunque sin efectuar mayores precisiones, Trump sostiene que gastará en infraestructura el doble del monto planteado por la candidata demócrata. También afirma que mantendrá el gasto en seguridad social y, simultáneamente aumentará el gasto en defensa. Si bien ha sostenido que realizará recortes significativos en el presupuesto gubernamental, “al mismo tiempo, no ha sido específico con respecto a dónde se efectuarán esos recortes; en su lugar, sugirió que los ahorros de costos pueden lograrse eliminando el fraude”.
Según Hooper, la plataforma de Clinton se apega a la tradición ideológica del Partido Demócrata, la cual contempla limitar deducciones tributarias e incrementar impuestos a los grupos de altos ingresos y a las propiedades inmobiliarias. A su vez, a través de tributos a las ganancias al capital, la candidata propone desincentivar las inversiones financieras que tienen plazos de vencimiento menores a seis años. Para fomentar la inversión productiva, Clinton ofrece crédito tributario a las empresas que compartan sus ganancias con sus empleados y que contraten aprendices.
En materia tributaria, en cambio, Trump se apega a aquella tradición republicana que propugna simplificar y disminuir los impuestos y que rechaza el tributo a los bienes inmuebles. El candidato plantea bajar el impuesto a las empresas del 35% al 15% para incentivar la repatriación de capitales. Si bien esto mejoraría la competitividad estadounidense, tales recortes causarían una reducción neta de $ 23’900.000 millones en el ingreso del Gobierno Federal durante la próxima década, según Tax Foundation.
Trump mantiene posturas “ferozmente proteccionistas que discrepan de la visión republicana”, las cuales suelen inculpar a China de los problemas estadounidenses. También ha planteado desmantelar el Acuerdo de Libre Comercio de Norte América (Nafta) e imponer aranceles a los socios comerciales.
Por su parte, a diferencia de antaño, Clinton se opone actualmente al ‘Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica’, un tratado de libre comercio entre varios países de la Cuenca del Pacífico.
Hooper sostiene que, para la economía estadounidense, “las políticas de Clinton en comercio e inmigración serán más estimulantes que las propuestas de Trump, las cuales podrían inaugurar una recesión si precipitan una guerra comercial y deportaciones masivas. Según Moody’s, las políticas comerciales de Trump generarían la pérdida de $ 85.000 millones en exportaciones para 2019 y, también, ocasionarían un salto del 3% en el índice de precios al consumidor debido a los aranceles más altos”.
A través de Project Syndicate, Simon Johnson, execonomista principal del Fondo Monetario Internacional (FMI) y actual profesor del Massachusetts Institute of Technology (MIT), sostuvo una opinión similar pero referida a una escala geoeconómica más amplia.
“Es un buen momento para preguntarse si la economía global está en condiciones lo suficientemente buenas como para resistir otro duro golpe. Desafortunadamente, la respuesta es que, en todo el mundo, el crecimiento y el empleo parecen frágiles. Una gran sorpresa adversa, como la elección de Donald Trump en EE.UU., probablemente causaría la caída del mercado de valores y hundiría al mundo en la recesión”.
La campaña republicana ha centrado esfuerzos en la magnificación de la pérdida de puestos de trabajo. En ese sentido, al referirse al nivel del desempleo, Trump sostuvo que “de hecho, yo escuché recientemente 42%”, recordó un artículo publicado en The New Yorker. En octubre, sin embargo, la tasa de desempleo estadounidense llegó a 4,9% y fue la más baja desde la crisis de 2009.
Dado que el desempleo afecta en mayor proporción a la población joven, Clinton propone expandir las opciones laborales para la ‘generación de los millenials’ mediante el acceso a la educación, la reducción de impuestos para las empresas innovadoras y la revitalización de las industrias manufactureras. (I)