«La OMS estima que el consumo de drogas es responsable de alrededor de medio millón de muertes cada año. Pero esta cifra sólo representa una pequeña parte del daño causado por el problema mundial de las drogas», dijo Chan durante su intervención ante la Comisión de Narcóticos de la ONU, que se reúne en Viena.
Esta cifra contrasta con la ofrecida por la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (ONUDD), que el año pasado estimó que las muertes debido al consumo de drogas eran de poco más de 200.000 personas.
«En algunos aspectos, la situación está empeorando y no mejorando. Muchos países están experimentando una crisis de emergencia sanitaria debido a las muertes por sobredosis», agregó la directora de la OMS.
Chan no dio más detalles sobre ese dato, pero un reciente informe de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) indicaba que en EEUU casi se duplicaron los fallecimientos por sobredosis entre 2013 y 2014, cuando en este último año se registraron más de 47.000 muertes por esa causa.
La directora de la OMS pidió ante los 53 países de la Comisión que se aborde el consumo de drogas como un problema de salud pública y no con medidas penales.
Entre los países de la Comisión se encuentran Irán y China, países con castigos severos para el consumo de drogas y el narcotráfico, que pueden incluso llegar a la pena de muerte.
«Nos gustaría ver a más consumidores de drogas atendidos por el sistema sanitario en lugar de procesados por los tribunales», pidió Chan.
«El principal objetivo del control de drogas es salvar vidas» y reducir «los daños sociales» aparejados a su consumo, recordó.
«Casi todos en esta sala conocerán o sabrán de padres que tienen un hijo con problemas de drogas. Esos padres quieren que su hijo reciba un tratamiento, no lo quieren en la cárcel», demandó.
Chan también defendió las conocidas como políticas de reducción de daños que consisten, entre otras cosas, en programas de tratamiento sustitutivo con metadona y que en países como Irán o Rusia están prohibidos.
«Las políticas sobre drogas deben estar basadas en evidencias y no en emociones o ideologías», concluyó.