«Tenemos un acuerdo para (recortar la producción) a 32,5-33 millones de barriles por día», declaró a los periodistas Emmanuel Ibe Kachikwu, secretario de Estado del Petróleo de Nigeria, tras una reunión informal de los miembros del cartel en Argel.
El ministro catarí de Energía, Mohamed Saleh Al Sada, confirmó la información. «La reunión de Argel fue muy larga pero histórica», declaró, precisando que el nivel de reducción por país será definido antes de la próxima reunión del cartel, prevista para el 30 de noviembre.
El representante de Catar dijo que la reunión se desarrolló «en una atmósfera muy positiva que refleja la fuerte coherencia en la OPEP», con el objetivo de apuntalar los precios del oro negro, que han caído más de un 50% desde mediados de 2014.
Los precios del crudo se derrumbaron debido a una oferta muy elevada, producto del ‘boom’ de los hidrocarburos de esquisto estadounidenses, y a la estrategia de la OPEP de mantener su producción para no perder cuotas de mercado.
Por su parte, el ministro de Energía argelino, Noureddine Boutarfaa, destacó que esta decisión inesperada de recortar la producción fue «unánime y sin reservas». La posibilidad de un acuerdo entre los miembros del cartel, que produce un 40% del crudo mundial, hizo repuntar los precios del petróleo, que cerraron en alza en Nueva York.
El barril de WTI (referencial para Ecuador) para entrega en noviembre ganó $ 2,38 dólares a $ 47,05, en tanto el barril de Brent para noviembre subió $ 2,72 a $ 48,69. Un acuerdo difícil Durante la jornada la perspectiva de un acuerdo era débil.
Las divergencias, en particular entre Arabia Saudí -líder del cártel- e Irán, las dos grandes potencias rivales de Medio Oriente, proyectaban que lograr un pacto no sería fácil. Una reunión similar en Doha sentó un precedente poco alentador.
El ministro saudí de Energía, Jaled al Faleh, había advertido durante la jornada que no debía esperarse un acuerdo en esta reunión. Jaled al Faleh había insinuado que no descartaba un posible acuerdo al respecto en la próxima cumbre de la OPEP en Viena, el 30 de noviembre.
Varios países productores, muy dependientes de los ingresos petroleros -entre ellos, en particular Venezuela- urgían para que se congelara la producción, para estimular el nivel de las cotizaciones. Pero en el otro extremo se situaba Irán, que de vuelta a los mercados tras las sanciones, que se levantaron tras el acuerdo histórico de julio de 2015 con las grandes potencias, presionaba para aprovechar su retorno a los mercados.
El rompecabezas se complicaba debido a que Arabia Saudita, como principal productor mundial, tampoco parecía dispuesta a ceder terreno, y menos para dar espacio a su gran rival chiita.