Medina es la ciudad donde está enterrado el profeta Mahoma y el segundo lugar más sagrado del Islam, después de La Meca.
La explosión tuvo lugar cuando una multitud se reunió para el iftar, la comida que rompe el ayuno diario de los musulmanes en el mes sagrado del Ramadán. Cuatro personas murieron en el ataque.
El bombardeo provocó la condena de varios países musulmanes.
«No hay más líneas rojas que dejar cruzar a los terroristas», dijo el ministro de Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif en Twitter. «Sunitas, chiitas todos tendremos víctimas a menos que estamos unidos como uno solo».
Pakistán también condenó el ataque.
«El gobierno y el pueblo de Pakistán están en profunda angustia por la tragedia y extienden sus más sentidas condolencias al gobierno fraternal y al pueblo de Arabia Saudita por la pérdida de vidas inocentes», dijo el Ministerio de Asuntos Exteriores del país en un comunicado.
Este fue uno de la serie de ataques en todo el mundo durante el mes sagrado del Ramadán.
Arabia Saudita sufrió otros dos ataques fallidos el lunes: en Yida, cerca del consulado de Estados Unidos, y en Qatif.
Este martes se registró el último: un ataque suicida en una oficina policial en Java, Indonesia -país con la mayor población musulmana del mundo-. Un policía resultó herido.
La semana pasada se registraron masacres en Turquía, Bangladesh e Iraq.
El grupo terrorista ISIS se comprometió a derramar sangre durante el mes sagrado del islam, aunque el grupo terrorista no ha reivindicado todos.
El Ramadán termina este martes en muchas partes del mundo.