La soberana británica escogió, sin embargo, una ubicación lejana del resto de asistentes (todos miembros escogidos de la familia real) durante la ceremonia que fue oficiada por el decano de Windsor. Su fotografía ha despertado los sentimientos de millones de espectadores que siguieron la ceremonia a través de internet o por cadenas de televisión en todo el mundo.
El Palacio de Buckingham confirmó que la decisión de la reina obedeció a las restricciones que cumple para evitar contagiarse del COVID-19 y que obligó además a reducir notablemente el número de invitados, así como a incluir dentro del protocolo la obligatoriedad del uso de mascarilla.
La reina tampoco caminó junto a sus hijos y nietos detrás del ataúd, sino que arribó a la capilla de San Jorge (Windsor) en un automóvil junto a una dama de compañía y, al finalizar el servicio, se retiró de la misma manera.
La monarca británica cumplirá 95 años el próximo miércoles 21 de abril.
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