Las estadísticas divulgadas por el Instituto de Seguridad Pública de Río de Janeiro comprenden las muertes registradas en todo el estado, incluyendo la capital regional.
Según el Instituto, el número de muertes violentas, que además de los homicidios dolosos (con intención) incluye los robos y lesiones seguidos de muerte y las muertes en operaciones policiales, fue de 2.036 en los primeros cuatro meses del año, con un crecimiento del 12 % frente al mismo período del año pasado.
De acuerdo con el organismo, en lo que va del año también se ha registrado un aumento del número de robos y asaltos en las calles, que subieron un 23,7 %, hasta 38.461 casos entre enero y abril de 2016.
Igualmente se registró un crecimiento del 19,7 % en el número de robo de vehículos, hasta 13.074.
Tan sólo en abril fueron contabilizadas 565 muertes violentas, con un crecimiento del 33,6 % frente al mismo mes del año pasado, 471 homicidios dolosos (38,9 %), 6.797 robos y asaltos en la calle (22,4 %) y 3.263 robos de vehículos (21,3 %).
Son cerca de 19 muertes violentas por día y un robo a peatón, viajero o vehículo a cada tres minutos.
El aumento de la violencia en Río de Janeiro por cuarto mes consecutivo fue lamentado por el secretario regional de Seguridad Pública, José Mariano Beltrame, quien se negó a atribuirlo a la crisis financiera de la gobernación.
El gobierno regional de Río de Janeiro admitió este año una grave crisis financiera por la caída de la recaudación de impuestos, principalmente de regalías petroleras, y por la recesión que enfrenta Brasil, lo que obligó a reducir sus gastos en diferentes áreas.
Los recortes de gastos afectaron incluso los extras que se pagaban a los policías por horas adicionales de trabajo y hasta la gasolina destinada a los vehículos policiales.
«Los índices no están buenos. Hubo una serie de aumentos (de índices de criminalidad) que no es bueno», afirmó Beltrame en declaraciones a periodistas.
El secretario admitió que en parte ese aumento de la violencia fue por la reducción de horas extras trabajadas por la policía y por la disminución de la vigilancia policial pero que no fue algo que puede ser atribuido exclusivamente a la crisis.
«Esperamos revertir eso, pero no podemos criminalizar la crisis. Tenemos que buscar mecanismos estratégicos para resolver eso (reducción de recursos) y ofrecer tranquilidad a la población», agregó.
Beltrame admitió que el aumento de los índices de violencia se produjo incluso en favelas que han sido «pacificadas», como son conocidas las barriadas pobres en las que la gobernación instaló puertos permanentes de policía tras expulsar a los grupos criminales que las controlaban.
Uno de los principales compromisos de la gobernación de Río de Janeiro cuando la capital se adjudicó la organización de los Olímpicos de agosto próximo fue «pacificar» las principales favelas de la ciudad antes del evento deportivo.