En un banco, sentado junto a su familia, Alberto Alcívar observó la demolición del Centro Médico del Pacífico en Portoviejo. “El dolor del terremoto sigue latente”, lanzó mientras veía cómo en menos de 3 segundos se desplomó la edificación.
La misma nostalgia de ver la ciudad con terrenos que quedaron baldíos tras las demoliciones evidenció Rosa Laz, una de las pocas moradoras que todavía habitan en el callejón Manuela Cañizares, cerca de la avenida 9 de Octubre. Ella lloró al ver caer el segundo edificio icónico de la capital manabita.
El primero fue el Centro Comercial, también demolido por el método de voladura controlada. Le da tristeza que siguen las demoliciones en el cantón que la vio nacer. Patricio Vélez, director de Desarrollo Territorial del gobierno local, afirmó que se han entregado al Ministerio de Transporte y Obras Públicas 392 órdenes de demolición a nivel de la malla urbana.
Están pendientes por enviar otras 232. “A la fecha se han demolido 364 edificaciones”. El funcionario, junto con otras autoridades de la localidad, sostuvieron ayer una reunión para analizar el tema de los puntos afectados en la urbe. Destacó que en dos meses estará expedita y abierta la zona cero.
Explicó que luego del terremoto se cercaron 88 manzanas y que para el 7 de mayo la cifra bajó a 51. En la actualidad hay 25 cuadras que están restringidas al paso. Para el portovejense Júnior Intriago ver las implosiones le genera sentimientos encontrados. Le afecta que se haya demolido edificios emblemáticos de la urbe, pero destacó que “esto es un nuevo comienzo para Portoviejo”. Afirmó que evidenciará la caída del edificio Álava, cuya fecha de demolición se definiría hoy en una reunión de la Mesa de Seguridad. La empresa Tragsa, encargada de la implosión, aún calcula la cantidad de explogel a usar en la estructura. “Estamos afinando detalles”, dijo Jorge Muntasell, miembro del equipo técnico de la compañía.