El actual ciclo de Gobiernos de izquierda en la región «llega a su fin», opina en una entrevista con Efe en Quito y asegura que es el momento de «dar vuelta de página y dejar atrás esta historia de las dictaduras de un partido político, para restablecer la democracia y las libertades» en los países latinoamericanos.
Lasso, un exbanquero de 61 años, anuncia que si llega al poder sacará a Ecuador de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de nuestra América (ALBA) y solicitará el ingreso en la Alianza del Pacífico (formada por Perú, Colombia, Chile y México), asunto que ya ha tratado con algunos de los líderes de esos países, porque cree que en ese bloque «hay grandes oportunidades» comerciales.
El candidato de centroderecha, quien competirá por la Presidencia con el oficialista Lenín Moreno (izquierda), compara a la ALBA con «esos cafetines» en los que la gente pasa el tiempo «hablando y haciendo nada con relación al mundo».
«Le diremos ‘bye, bye’ a la ALBA», comenta.
Lasso es partidario de unas «buenas relaciones con todos los países del mundo» y quiere que su eventual gobierno se lleve bien con Estados Unidos, principal socio comercial de Ecuador, y con Europa.
Eso «no implica que nos vayamos a llevar mal ni con Rusia, ni con Irán ni con China. Todo lo contrario, vamos a mantener muy buenas relaciones dentro del ámbito de la democracia, de la libertad, del respeto a los derechos humanos, impulsando el comercio y la inversión», subraya.
Acusado por el presidente del país, Rafael Correa, de mantener una posición «entreguista» por afirmar que si gobierna invitará al fundador de WikiLeaks, Julian Assange, a salir de la embajada de Ecuador en Londres, donde está asilado, Lasso defiende «una política internacional soberana».
«No nos vamos a entregar a ningún pirata del mundo», dice, y argumenta que «no se justifica» que Ecuador «sea parte de un proceso» como el de Assange, que debe resolverse en el ámbito del derecho internacional y del respeto a sus derechos humanos, pero que supone un «problema en el cual el Ecuador nunca se debió haber metido».
En materia económica, Lasso defiende el potencial de su país como exportador de camarón, cacao fino de aroma, flores y café, entre otros productos, lo que se debe complementar con un proceso de agroindustrialización y con la captación de capital extranjero que cree empleo.
Al mismo tiempo, califica de «fracaso» el modelo promovido por el actual Gobierno, orientado a una dependencia menor del petróleo y en el impulso a la innovación, el conocimiento y la creación de bienes con valor agregado.
Ese modelo, señala, se basa en que el Estado «administra las oportunidades de la sociedad ecuatoriana», lo cual «ha sido un error y por eso ha fracasado», opina al defender el apoyo a la capacidad creativa de los ecuatorianos para que «conduzcan el destino de su vida».
Lasso ofrece crear un millón de empleos durante su gobierno y asegura que le avala su experiencia como emprendedor durante 46 años, cuando generó, dice, «más de 100.000 puestos de trabajo en el sector privado», mientras que Moreno, critica, no ha creado un empleo «ni para él».
Acusado por el oficialismo de participar en el «feriado bancario», episodio central de la mayor crisis financiera de la historia del país, acaecido en 1999, asegura que fue exonerado de responsabilidad por la Comisión de Investigación de Delitos Financieros.
Resalta que no intervino en las decisiones que se tomaron en la época, cuando fue ministro de Economía durante el Gobierno de Jamil Mahuad (1998-2000).
«Aquí están estas manos limpias. En estas manos no se ha perdido un centavo de ningún ecuatoriano», enfatiza mostrando sus palmas, al recordar que el Banco de Guayaquil, que administraba en aquel momento, «salió adelante sin un centavo del Estado».
El aspirante remarca su «orgullo» de «banquero honesto», a diferencia de colaboradores del actual Gobierno que «terminaron huyendo a Miami», dice.
Advierte de que se reserva acciones legales contra los «funcionarios correístas» que han tratado de ofender su honra y la de su familia con esas acusaciones, que son parte de una «campaña sucia» porque «ven que les vamos a ganar las elecciones», afirma confiado.