Una ligera reactivación del turismo se registró durante este feriado de tres días en la zona costera de la provincia de Manabí, en el oeste de Ecuador, azotada el pasado 16 de abril por un terremoto de 7,8 grados de magnitud y cuya reconstrucción tomará años, informaron hoy medios locales.
Pese a que un gran número de turistas vistió los balnearios de Manabí, el flujo no fue el que solía tener antes del sismo, sobre todo por la escasa oferta hotelera y el temor por las réplicas sísmicas que aún se registran en dicha zona, aunque de poca fuerza.
Varios medios de comunicación han reportado que muchos de los visitantes, especialmente de Quito, han acudido a balnearios como Pedernales, Canoa, Manta y Bahía de Caráquez con paquetes de ayuda para los damnificados.
Otros, en cambio, han recorrido varias poblaciones afectadas para constatar los daños causados por la sacudida y apoyar a su gente que, sobre todo, ha mejorado la oferta gastronómica -rica en peces, mariscos y frutas tropicales- y en atención a los turistas en las playas.
En Manta, incluso, algunos turistas han hecho un improvisado concurso sobre el lugar en el que mejor se come el «camotillo», un pescado muy apetecido por los visitantes.
Pero a la par del turismo, en esa ciudad se pueden observar las labores de limpieza de los destrozos que dejó el terremoto, sobre todo en la llamada «zona cero», donde varios edificios se vinieron abajo.
A ese sitio acudió hoy el presidente de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja (FICR), Tadateru Konoé, para observar la situación y la acción desplegada por la filial ecuatoriana.
«He revisado los números de la operación, haber alcanzado a 65.000 personas a lo largo de un mes de respuesta, es una cifra que nos llena de orgullo. Pero queda mucho trabajo por hacer», señaló Konoé durante el recorrido.
El representante de la Cruz Roja, quien ha mantenido reuniones con varias autoridades ecuatorianas, coincidió en que la reconstrucción «demandará mucho tiempo».
De su lado, el canciller ecuatoriano, Guillaume Long, quien acompañó a Konoé, junto con el ministro de Seguridad, César Navas, agradeció la labor desplegada por la Cruz Roja en coordinación con el Estado.
La Cruz Roja, dijo Long, «fue uno de los organismos que más rápido actuó y ejecutó ayuda durante la crisis» y alabó el compromiso de la entidad humanitaria para continuar con su labor de asistencia en las zonas afectadas por el terremoto.
«No tenemos otra opción, sino escalar considerablemente nuestros esfuerzos para fortalecer la resiliencia de las comunidades, que permita que sean capaces de proveer la primera respuesta ante desastres como el terremoto de Ecuador y una recuperación y reconstrucción más rápida», añadió Konoé.
Aseguró que esa acción se efectuará de manera coordinada con el Ejecutivo ecuatoriano, los gobiernos locales, «así como con organizaciones comunitarias».