A un costado de la avenida 4 de Noviembre, cerca del barrio Jocay de Manta, Gonzalo Almeida, comerciante que labora 12 años en el casco comercial de Tarqui, exhorta a los ciudadanos a comprar su mercadería. Oferta gorras, ropa interior, entre otros productos. Desde el viernes se encuentra en el lugar, donde más de 100 colegas se han asentado.
Él, además, separó su estand en el sector La Poza, espacio que también recibió el visto bueno del Gobierno local, para que se ubiquen los mercaderes que estaban en el centro de la parroquia que fue devastada por el terremoto del 16 de abril. Gonzalo considera que a la avenida llegan más ciudadanos y por ello no se mueve del puesto. “Nos han cargado de allá para acá”, señaló. En la ciudad, el Cabildo dispone de un espacio de 4 hectáreas en el sector La Florita, a un costado de la Agencia Municipal de Tránsito, para que cerca de 2.000 comerciantes laboren de manera organizada.
La vendedora Guadalupe Toapanta, que está a pocos pasos del área de Gonzalo, señaló que no le gusta la idea de ir al nuevo sitio a lado de la Agencia Municipal de Tránsito, porque está lejos. “Lo que queremos es que pronto nuestro Tarqui esté listo para poder ocupar el lugar que antes teníamos”, indicó la mujer, quien labora 12 años en el casco comercial. Jefferson Mendoza, dirigente de los comerciantes independientes del sector de Tarqui, logró que sus agremiados (aproximadamente 150) tengan sus puestos en La Poza.
El tarifario que deben pagar por ocupación de espacio aún no les han dicho, pero en Tarqui cancelaban a diario $ 0,35. En el sitio no cuentan con energía eléctrica ni agua, solo hay baterías higiénicas. Está de acuerdo en ir a la nueva zona que pronto estará lista. “Desde mi punto de vista es bueno, le cambia la cara a Manta, estábamos en un mercado desorganizado; vamos a estar en un espacio digno”. El joven dirigente se comprometió que toda su gente se va a trasladar a La Florita. Paras las comerciantes Jaqueline Parrales y Susana Guambo, el nuevo destino que tendrán es muy alejado.
En La Poza hay vendedores que llevan días trabajando como Ofelia Moreira, quien junto a otros tres compañeros invirtieron más de $ 400 para levantar un lugar cómodo con techo. Ofelia explicó que para vender han disminuido los precios. “Por ejemplo, los interiores de mujeres los vendemos a un dólar cada uno, cuando antes eran tres por $ 5”, enfatizó. Dolores Vélez se mantiene en este lugar hasta ir a El Palmar, porque el espacio que le daban en la avenida 4 de Noviembre era muy pequeño. Ella perdió mercadería en el terremoto. Vende artículos de acuerdo a la temporada. Ahora oferta todo lo referente a útiles escolares. Su vecino Ernesto Seminario extraña Tarqui. Se le quiebra la voz cuando lo recuerda.
Él quiere que todos los comerciantes estén unidos en un solo puesto. Lo mismo esperan los peluqueros, quienes laboran a la intemperie en avenidas como la J-6. Carmen Saldarreaga recordó que todos estaban antes en la 114. “Somos como 26 que estuvimos en esa arteria; ahora todos estamos regados en distintos lados de la ciudad”. Poco a poco van llegando los clientes. El valor por corte era antes de la catástrofe entre $ 2,50 y $ 3, pero ahora cobran $ 2. “Eso es porque no tenemos un lugar, pero luego retomaremos los valores”, explicó la mujer que labora bajo la sombra de un árbol.