Julio César Cueva, abogado penalista , señaló que los militares no tienen la autoridad para actuar por su cuenta en este tipo de casos y que, en lugar de retener a los menores, deberían haber entregado a los niños a la Fiscalía de turno que es la entidad encargada de decidir qué hacer con ellos.
En este sentido, Cueva enfatizó que los militares no podían haber sometido a los niños a maltrato físico, como despojarlos de su ropa o golpearlos, ya que existe una protección a la integridad física y la vida de los menores. Subrayó que no se justifica que, bajo ningún pretexto, se agreda a los menores, incluso si se les considera delincuentes.
El abogado señaló que, en su opinión, los niños podrían estar muertos, ya que, según él, nadie podría sobrevivir sin comida, agua y, sobre todo, sin ropa en condiciones tan extremas.
Cueva sugirió que los militares podrían haber maltratado a los menores, y que la situación pudo haberse desbordado, o incluso que uno de los niños podría haber sufrido alguna condición de salud no detectada que, sumada al esfuerzo físico, lo habría llevado a la muerte. En ese caso, los otros niños podrían haber sido eliminados como testigos.
Finalmente Cueva también se refirió a la llamada que los niños hicieron antes de desaparecer, sugiriendo que no tiene lógica y que podría haber sido una estrategia para justificar su liberación y dar la apariencia de que fueron soltados sin problemas.
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