La famosa perrita del cine, Lassie, no podría hacerlo mejor. El equipo de canes policías hacía piruetas y cruzaban aros de un brinco, ganándose las risas y aplausos de su infantil audiencia. Como estrellas del celuloide, estos hábiles perros se convirtieron en una de las pocas diversiones para los infantes que fueron víctimas del sismo.

El esfuerzo de los guías y sus perros es parte del apoyo que los policías brindan a las comunidades más afectadas por el sismo. El espectáculo reunió a cerca de 500 personas, congregadas en los improvisados albergues que son el hogar temporal para las familias de Canoa y Jama, en la provincia de Manabí.

Los veterinarios del Centro Regional de Adiestramiento Canino (CRAC) también ofrecieron sus servicios, curando las heridas, raspones, cortes y la deshidratación que algunos perros sufrían, a causa del sismo. Se entregaron útiles escolares, agua embotellada, vituallas y raciones alimenticias a estas comunidades. Se trata de un esfuerzo más, una ayuda más, que se suma a la larga lucha que se mantiene contra la tristeza, la pena de haber perdido hogares, familiares o amigos.

Carlos Crespo, uno de ellos, fiel a su sangre y espíritu manabita, aseguró que su tierra saldrá adelante “más fortalecida que nunca”. Mientras hablaba, seguía en su tarea de chofer del enorme tractor con el que removía los restos de lo que fue alguna vez su casa, de un hotel vecino de cinco pisos y otras edificaciones que hubo en Canoa.

Una de las líderes del equipo CRAC, Jenny Gómez, explica que está sorprendida del buen ánimo de algunos pobladores. “El optimismo está presente y las acciones comunitarias, la unidad que muestran, fortalecen esa actitud decidida. Estoy segura que habrá una reconstrucción de su ciudad y de sus moradores, en especial de niños y adultos mayores”.

Las provincias que resultaron más afectadas por el sismo fueron Manabí y Esmeraldas. Se calcula que los daños superarán los 3.000 millones de dólares. De los damnificados aún no hay una cifra aproximada. Hay, eso sí, estimaciones de la magnitud del daño en ciertas poblaciones. Pedernales, 70% devastada. Muisne, 80% destruida. El barrio Tarqui, en Manta, destruido. El centro de Portoviejo también muestra los rastros de la tragedia.

Pero la esperanza aún habita en los manabitas y los esmeraldeños. De eso saben mucho los niños de Canoa y Jama. Porque sus risas, la habilidad de aún sonreír, después de perderlo todo, es apenas una vista de lo que les espera en su futuro. Ese futuro que significa reconstruir sus vidas.