Lula, que hoy usó un tono más conciliador que el empleado en sus últimas intervenciones, arremetió contra los sectores que quieren «anticipar las elecciones dando un golpe» en su sucesora y pupila política, en una referencia a los trámites iniciados en el Congreso para abrirle un juicio político con fines de destitución a Rousseff.
«Quería que todos los que están en contra del golpe y están a favor de que Dilma comande el país que levanten la mano para enseñárselo a Dilma», clamó Lula durante la manifestación celebrada en Sao Paulo en defensa del Gobierno.
El ex jefe de Estado fue fuertemente ovacionado por los cerca de 380.000 simpatizantes, según cálculos de los organizadores, que se concentraron en la Avenida Paulista para defender a Rousseff, a Lula y a la democracia.
Lula recordó que la democracia significa «acatar el resultado de la mayoría» y recordó que él nunca fue a las calles a protestar contra alguien que ganó.
«Yo perdí la elección (presidencial) en 1989, en 1994, en 1998. Ya había perdido en 1982 para el gobierno de Sao Paulo y en ningún momento me visteis salir a las calles para protestar contra alguien que ganó», agregó.
Lula también defendió su designación como ministro de la Presidencia, cargo en que fue juramentado la víspera pero que no puede ejercer porque el nombramiento fue suspendido por un tribunal, y afirmó que entró al Gobierno para ayudar a la presidenta Rousseff a salir de la crisis política y económica que vive el país.
«Yo entré para ayudar a la presidenta Dilma porque creo que tenemos que restablecer la paz y probar que este país es mayor que cualquier crimen en el planeta tierra, que va a crecer y sobrevivir», aseveró Lula, quien vistió una camisa roja, color que identifica al gobernante Partido de los Trabajadores (PT).
Fuertemente aclamado, Lula resaltó que la democracia es «un derecho que no ha muerto» y señaló que no hay «espacio para el odio», en medio de la creciente polarización política que vive el país.
Las manifestaciones pacíficas en defensa del Gobierno se realizaron en 26 de los 27 estados brasileños y fueron una respuesta a la multitudinaria protesta que el domingo sacó a las calles a 3,6 millones de personas que pidieron la renuncia de Rousseff y el encarcelamiento de Lula, investigado por corrupción.