En una carta fechada el 30 de agosto, Lula explica cómo las fuerzas políticas conservadoras derrotadas en cuatro elecciones presidenciales sucesivas, actúan al margen de la ley para impedir la continuidad y el avance del proyecto de desarrollo e inclusión social liderado por el Partido de los Trabajadores (PT). «Quieren a todo costo comandar el Estado para apoderarse del patrimonio nacional, como ya empieza a suceder con las riquezas petrolíferas en aguas profundas, así como desarmar la red de protección a los trabajadores y a los pobres que fue ampliada y consolidada en los últimos 13 años», señala la misiva.
Recordó cómo durante sus ocho años al frente del gobierno, Brasil dio «un verdadero salto histórico en lo que se refiere a crecimiento productivo, generación de empleos, distribución de renta, combate a la pobreza y ampliación de las oportunidades de educación». Por medios pacíficos y democráticos -indicó- «fuimos capaces de sacar al Brasil del mapa del hambre en el mundo elaborado por la ONU, liberamos de la miseria a más de 35 millones de personas que vivían en condiciones inhumanas y elevamos la renta y el consumo de otras 40 millones de ellas, en el mayor proceso de movilidad social de nuestra historia».
Calificó de inconstitucional y completamente arbitrario el enjuiciamiento parlamentario a través del cual se pretende derrocar a la presidenta Dilma Rousseff, elegida por el voto popular en 2010 y 2014. En esta última ocasión con 54 millones de votos. «Se trata, por lo tanto, de un proceso estrictamente político, que viola la constitución y las reglas del sistema presidencialista, en el cual es el pueblo quien elige al jefe de estado y de gobierno cada cuatro años», apuntó. En la carta al Papa Francisco, Lula denuncia que las fuerzas empeñadas en destituir a la presidenta Dilma Rousseff, pretenden también criminalizar a los movimientos sociales y principalmente al PT. Temen -apuntó- que en 2018, en elecciones libres, el pueblo brasileño pueda elegirme Presidente de la República, para rescatar el proyecto democrático y popular.
Al referirse a cómo las fuerzas conservadoras manipulan políticamente en Brasil la lucha contra la corrupción, dijo que «una justicia discriminatoria y partidarizada será fatalmente una justicia injusta». «Personalmente no temo ninguna investigación», enfatizó y añadió: «si la justicia es imparcial, las acusaciones contra mí nunca prosperarán». «Nada me hará renunciar, como lo saben los liderazgos de todo el mundo, con los cuales trabajé en armonía y estrecha cooperación, antes y después de mis dos mandatos presidenciales, al compromiso de vida con la construcción de un mundo sin guerras, sin hambre y con más prosperidad y justicia para todos», puntualizó.