Un golazo del canterano Jesse Lingard en la segunda mitad de la prórroga dio este sábado el duodécimo título de Copa de Inglaterra al Manchester United, que consiguió derrotar con mucho sufrimiento a un combativo Crystal Palace por 1-2.

La temporada 2015/2016 echó el cierre en Londres con la disputa de la 135 edición de la final de la FA Cup, el torneo de fútbol más antiguo del mundo.

Animado por el éxito del Leicester en la Premier, el modesto Crystal Palace, que deambuló gran parte del curso por los puestos bajos de la tabla, llegó a Wembley con la intención de vengar la derrota en la final de la Copa de 1990.

En aquella ocasión -su única presencia en el partido por el título de la FA hasta el día de hoy-, con el actual técnico, Alan Pardew, entonces en el once inicial de los londinenses, el Palace cayó en el ‘replay’ (desempate) ante los ‘diablos rojos’.

El escocés Alex Ferguson, entrenador por aquel entonces del United, quien había sido muy cuestionado tras cuatro temporadas sin títulos, salvó su puesto en el banquillo y comenzó un camino de 23 años en el que hizo del club de Manchester uno de los más laureados del mundo.

Mucho ha pasado desde entonces, y este sábado en Wembley se citaron un ‘grande’ venido a menos en las últimas campañas y un teórico ‘pequeño’ con la intención de vengarse de la derrota de hace 26 años.

El United necesitaba una victoria para disipar las dudas que se han cernido sobre Louis van Gaal este curso y para cerrar con un título un año que ha sido más que decepcionante en Old Trafford.

Así, el técnico holandés no se reservó a nadie y volvió a dar la manija del centro del campo a Michael Carrick y a Marouane Fellaini una vez cumplida su sanción, con Juan Mata, Wayne Rooney y los jovencísimos Anthony Martial y Marcus Rashford arriba.

Por su parte, en el Palace regresó Wilfried Zaha a un once pensado para contragolpear, con James McArthur, Yannick Bolasie y Connor Wickham como conductores del juego ofensivo.

El encuentro no estuvo exento de polémica y, pasado el primer cuarto de hora, el árbitro, el inglés Mark Clattenburg, el encargado de dirigir la final de la Liga de Campeones la próxima semana, fue duramente silbado después de no aplicar la ley de la ventaja tras una tímida falta de Smalling y evitar que Wickham enfilara solo la portería custodiada por David de Gea.

La premisa era clara para ambos: el United se adueñaba del campo, movía el balón con pausa y dictaba el tempo del juego, mientras que el Palace esperaba atrás y salía con velocidad.

Tras una primera parte poco vistosa, las mejores ocasiones llegaron en la segunda mitad, con dos disparos al palo de los ‘diablos rojos’, primero con un remate potente de Fellaini a la cruceta y luego tras un certero cabezazo de Martial que escupió la madera.

Sin embargo, pese a los acercamientos de los mancunianos, fue el Palace quien golpeó primero: en el 78, Jason Puncheon, que acababa de ingresar al campo por Cabaye, aprovechó un desajuste de la zaga rival para recoger, libre de marca, el balón en el área y, con más fe que puntería, fusilar a un De Gea totalmente vencido.

El tanto hizo estallar de júbilo a la grada sur de Wembley, que no se creía todavía, después del asedio del United, que fuera mandando en el marcador.

Pero como se suele decir, la alegría dura poco en casa del pobre, y apenas dos minutos después los de rojo -hoy de blanco- igualaron la final merced a un tanto del español Juan Mata, que, tras una excelsa jugada personal en la frontal del área de Rooney, aprovechó una buena bajada con el pecho de Fellaini para batir a Hennessey con la zurda.

El marcador no se volvió a mover, y en la prórroga, De Gea, prácticamente un espectador hasta entonces, salvó a los suyos, que jugaban con 10 por expulsión de Smalling, del segundo tanto con un buen despeje con el pie a tiro de Gayle.

Pero cuando parecía que mejor estaba el Palace llegó tanto de la victoria de los de Manchester: el canterano Lingard desató la locura en Wembley en el minuto 110 al empalar de primeras un rechazo tras un centro del ecuatoriano Valencia que se coló por la escuadra derecha de la meta de Hennessey.

No hubo reacción de los londinenses, que volvieron a quedarse a las puertas de la gloria en la FA Cup ante un United que consigue salvar con este título la que, hasta ahora, había sido una más que mediocre temporada.