Los sindicatos de oposición convocaron a manifestaciones y festivales artísticos en varias ciudades, mientras el oficialismo pidió a la población visitar las zonas afectadas por el sismo, con el fin de reanimar la economía de las poblaciones devastadas.
Todos, sin embargo, involucrados con el sentimiento de solidaridad con los damnificados de las provincia costeras afectadas por el terremoto, especialmente las de Manabí y Esmeraldas, las más castigadas por la sacudida.
Temprano partieron del aeropuerto de Quito vuelos especiales con pasajeros dispuestos a ir a Manabí para ayudar a los miles de afectados que, con apoyo de instituciones públicas y privadas, levantaron negocios, especialmente de venta de comida, para recibir a los visitantes.
No por nada, la gastronomía manabita es considerada como una de las mejores de Ecuador, especialmente en la preparación de pescado, mariscos y, en general, frutos del mar.
Las carreteras, algunas maltrechas, soportaron el trajín de los conductores de viaje a las zonas afectadas, atendiendo al llamado que hiciera el propio presidente del país, Rafael Correa, para acudir hoy a dicha región con el fin de ayudar en la reactivación de la asolada economía de los damnificados.
Todo ello en medio de las tareas de remoción de escombros y asistencia a los damnificados que aún se ejecutan en los que eran considerados paraísos turísticos como Pedernales, Canoa y Jama, ahora en escombros, aunque en sitios aledaños se han instalado tiendas para albergar los negocios.
También las paradisíacas playas de Manta o Bahía de Caráquez han atraído a los visitantes de otras regiones del país que quieren ayudar a sus compatriotas, pese a que aún está vivo el recuerdo del sismo que se sintió en casi todo el territorio nacional.
Además, el oficialismo llamó a una «minga» (trabajo voluntario en quichua) en zonas afectadas y muchos voluntarios y servidores públicos tomaron hoy brochas y escobas para ayudar en la limpieza de barrios afectados por el sismo.
Los sindicatos también han expresado hoy ese sentimiento de solidaridad y en las movilizaciones se han recogido donaciones para los afectados, una tarea que no ha cesado en todo el país desde el día después de la tragedia en la costa norte.
«Disculpen hermanos por no estar allá», rezaba una pancarta en la marcha sindical en Quito y otra advertía de otro «terremoto» en la economía nacional causada por el Gobierno.
«Presupuesto para la reconstrucción y no para la corrupción», añadía otro letrero en referencia a las exigencias de la oposición para que el Gobierno ubique las donaciones y préstamos internacionales para reanimar las zonas afectadas en un fideicomiso financiero.
También se escuchó el coro, ya tradicional en las movilizaciones opositoras, de «Fuera Correa, fuera», con el que piden el fin del mandato del presidente ecuatoriano, en el poder desde enero de 2007.
Los sindicatos también se quejaron del aumento del desempleo, de la carestía de la vida y solicitaron mejoras salariales durante la movilización por las calles del centro de Quito, bajo la custodia de un fuerte contingente policial.
La marcha fue pacífica y tras concluir el recorrido, muchos manifestantes se dirigieron a una plazoleta donde tenía lugar un festival artístico de solidaridad con los afectados por el terremoto.
Allí, según la convocatoria del Frente Unitario de Trabajadores (FUT), la principal central obrera del país, se iban a recoger las donaciones de los obreros para apoyar a sus hermanos de la costa.
Un último informe de la Secretaría de Gestión de Riesgos señala que, a causa del sismo, 660 personas han muerto, 32 se encuentran desaparecidas, 51.376 han recibido asistencia sanitaria (4.605 de ellas por heridas) y 22.421 han sido ubicadas en albergues temporales.
El terremoto de magnitud 7,8 en la escala abierta de Richter ocurrió a las 18.58 hora local (23.58 GMT) del sábado 16 de abril y su epicentro se localizó entre las localidades costeras de Pedernales y Cojimíes, en el noroeste de Manabí, aunque la sacudida castigó también el suroeste de su vecina provincia de Esmeraldas.