No se dieron más detalles de inmediato.
Una coalición liderada por Arabia Saudita, en la que participan varios países árabes, inició una campaña militar en Yemen en marzo de 2015, destinada a evitar que los rebeldes hutíes – aliados de Irán – y las fuerzas leales al depuesto presidente Ali Abdullah Saleh tomen el poder en ese país del Medio Oriente.
El conflicto ha dejado a millones de personas en extrema necesidad de ayuda y llevado a las comunidades al borde de la hambruna.
Según la ONU, se estima que 10.000 personas han muerto en el largo conflicto que muchos denominan la «guerra olvidada».
A principios de 2015, los rebeldes hutíes – un grupo chiíta minoritario del norte del país – expulsaron al gobierno respaldado por Estados Unidos, que encabezaba el presidente Abdu Rabbu Mansour Hadi, y tomaron la capital, Sana.
La crisis se intensificó rápidamente en una guerra de varios lados, lo que permitió a al Qaeda e ISIS – otros enemigos de los hutíes- crecer más fuerte en medio del caos.
Los hutíes están respaldados por Irán y sus miembros siguen la rama chiíta islámica el zaydismo.
Los zaidíes son cerca de un tercio de la población de Yemen.