Para Arauz, ahora se entiende la integración desde «un paradigma clásico» que está replicado de otras culturas o momentos históricos y donde predomina el «libre comercio, libre mercado y libre movimiento de bienes y servicios», en el que «se tiene que competir con las sociedades para que el capital pueda sentirse cómodo».
Así, en vez de fomentar la cooperación entre países se propicia la competencia, ya no solo del sistema productivo, que puede ser una competitividad positiva, sino la «competitividad de precarización laboral, de las condiciones sociales, ambientales, éticas».
Y esta competencia lleva a una «carrera hacia el abismo» que genera «más desintegración» que un proceso integrador, según defendió el que es también director ejecutivo por Ecuador del Banco del Sur, entidad financiera para el desarrollo suramericano.
El ecuatoriano participó en la conferencia internacional «Hacia una diversificación de la matriz productiva para Bolivia y Ecuador», que tuvo lugar en La Paz, en la que también participó el exministro de Planificación del Desarrollo y expresidente del Banco Central Boliviano (BCB), Gabriel Loza.
«Es muy importante que cuando hablemos de integración nos reapropiemos del término y no asumamos ese paradigma caduco de suponer la plena libertad de bienes, servicios y capitales», estableció Arauz.
Para esta reapropiación, propuso «un nuevo pacto neofordista a la sudamericana» donde los países del continente pacten unas condiciones sociales, fiscales y laborales mínimas de comercio.
Este nuevo pacto, este nuevo modelo partiría de la idea de que la mayoría de países «en las próximas dos décadas» van a seguir contribuyendo al comercio internacional con recursos naturales.
Pero también plantea tomar en cuenta que «los trabajadores tienen que ganar suficiente como para ser ellos también consumidores de lo mismo que están produciendo» y el Estado pueda recaudar lo suficiente «como para garantizar el cumplimiento de derechos».
Y este plan se basa en que todos los países fijen una «regalías mínimas» para que haya una mayor capacidad de negociación en bloque, se pongan «tasas impositivas mínimas», unos «salarios y estándares laborales» garantizados en cada nación, «controles mínimos de capitales» y se realice una «compra pública regional», agregó.
Con estos cinco pilares, según el ministro ecuatoriano, se conseguiría unas mejores relaciones laborales con una competencia más limpia entre los países de la región que garantiza los estándares mínimos a la población y a los gobiernos.
Arauz dijo que no se trata de un plan de corto plazo sino de una mirada para «20, 50 o 100 años», que plantee un camino por el que hay que empezar a andar con una nueva visión de integración.