“No hay por quién votar. Esto es un circo electoral. Si ellos están tan seguros de que el pueblo los quiere, ¿por qué echaron presos a los aspirantes presidenciales?”, dice una nicaragüense de 51 años, que prefiere no revelar su identidad.
Este domingo, un total de 13.459 Juntas Receptoras de Votos abrieron sus puertas para las elecciones generales de Nicaragua, en las que más de 4,4 millones de ciudadanos debían elegir presidente, vicepresidente, 90 diputados para la Asamblea Nacional y 20 representantes ante el Parlamento Centroamericano.
En esta elección se espera una predecible victoria del presidente Daniel Ortega para asumir un nuevo mandato tras catorce años en el poder, sin mayor competencia, ya que siete aspirantes opositores están encarcelados.
Unos 30.000 policías y militares resguardaban las mesas electorales que cerraron a las 18:00 locales. Estaba previsto que el Consejo Supremo Electoral (CSE) dé a conocer los primeros resultados a la medianoche.
El Gobierno acreditó a unos 200 “acompañantes electorales” y periodistas extranjeros que el régimen considera “amigos”, refiere AFP.
El foco de la elección en este país, de 6,5 millones de habitantes, no es por quién votar, sino si abstenerse o participar, y la reacción de la comunidad internacional que considera estas elecciones no son libres ni democráticas.
La Organización de Estados Americanos, Estados Unidos y la Unión Europea (UE) consideran que los comicios no se realizan bajo condiciones libres.
Desde el exilio, en Costa Rica, España y Estados Unidos la oposición preparó marchas contra lo que califican de una “farsa electoral”.
Agitando banderas de Nicaragua y coreando “¡Viva Nicaragua libre!”, unos mil nicaragüenses exiliados en Costa Rica marcharon por San José para exigir la partida de Ortega.
“Estamos buscando que esa pareja diabólica se vaya del país y vuelva la democracia”, dijo Marcos Martínez, en alusión a Ortega y a su cada vez más poderosa esposa, Rosario Murillo, portavoz del Gobierno y vicepresidenta desde 2017.
“No puede ser que vayamos a ser gobernados por un presidente que tiene solo 6 % de la aceptación del país”, agregó el nicaragüense, que lideraba la marcha.
Con música típica, banderas, cintas en la cabeza, camisetas de béisbol y pancartas, el grupo de manifestantes opositores caminó a paso lento recitando consignas como “¡Viva Nicaragua libre, viva!”; “¡El pueblo unido jamás será vencido” y “¡Los que se van, se van y nunca volverán!”.
Durante la jornada hubo participación de las Madres de Abril, un grupo que representa a quienes perdieron sus hijos durante las protestas de 2018 reprimidas brutalmente por el gobierno de Ortega. Al menos 328 personas perdieron la vida en esas jornadas, la mayoría jóvenes manifestantes opositores.
“No queremos dictadores ni ser gobernados por criminales que mataron a nuestros hijos”, dijo Tatiana Mayorga, en el exilio desde 2018, poco después de los asesinatos de su yerno Humberto Parrales, de 40 años, y su nieto Noel Calderón, de 19.
Costa Rica es el país que más nicaragüenses recibió en el exilio desde el inicio de las protestas de abril de 2018, unos 103.500, según la Dirección de Migración y Extranjería.
En tanto, Ortega declaró que la ciudadanía está eligiendo entre la paz y el terrorismo, recoge EFE.
Tras depositar el voto junto con su esposa, el mandatario ofreció un mensaje en una cadena televisiva y radial en el que atacó a los opositores encarcelados y en el exilio, así como a las protestas que estallaron contra su gobierno en abril de 2018.
“Estamos realizando estas elecciones, y seguros de que en esta batalla, que es una batalla histórica, hay que decidirse por el terrorismo, la confrontación, la guerra o la paz”, dijo Ortega desde la Casa de los Pueblos.
En una práctica inusual, el mandatario hizo su llamado a mitad de la jornada electoral, que en sus primeras siete horas transcurrió en calma y con baja afluencia de votantes, en contraste con los pronósticos del oficialista Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que predijo una votación masiva.